Singapur y Venezuela: historia de dos autocracias
La reciente muerte del ex – Primer Ministro de Singapur, Lee Kuan Yew, ofrece una oportunidad para contrastar lo que hizo el autocrático líder fallecido por su país con lo que hizo el también autocrático Hugo Chávez por Venezuela. Y las diferencias no pueden ser más dramáticas. Mientras Lee dejó a su país en un estado de gran prosperidad y estabilidad política, convirtiendo a Singapur en un centro financiero internacional de primer orden y en el país más rico del sureste del Asia, Hugo Chávez Frías dejó, a su muerte, un país en ruina material, moral y espiritual, un legado de odio y un reemplazo en la presidencia cuyo nivel intelectual y capacidad de gerencia solo tienen comparación con el caballo de Calígula o el mono llamado Tiao que obtuvo 400.000 votos en Brasil.
Autócrata militar (llevan preso a Jaua)
A su muerte, Lee dejó a cargo del poder a su hijo Lee Hsien Loong, mientras Chávez dejó el poder en manos de su hijo puta-tivo, un analfabeta pomposo y cursi que da vergüenza ajena.
Mientras la meritocracia se convirtió en bandera de Singapur, en Venezuela los autócratas Chávez y Maduro la convirtieron en una mala palabra. Mientras la corrupción y el tráfico de drogas se pagan con la muerte en la Singapur de Lee, en la Venezuela de Chávez y Maduro son objeto de reconocimiento y exaltación a los más altos niveles del poder.
Mientras en Singapur la inversión extranjera ha sido atraída y respetada y el sector privado es la columna vertebral de la economía, en Venezuela la inversión extranjera ha sido objeto de confiscación y el sector privado ha sido perseguido y estigmatizado por un régimen de ladrones y salvajes. No en vano se han introducido 39 demandas en contra del régimen venezolano en el Banco Mundial.
En Singapur ha existido una gran armonía de clases y de razas. En Venezuela, Chávez y Maduro han predicado el odio en contra de la clase media y de los blancos, mostrando un profundo complejo de inferioridad que los lleva a idealizar la pobreza y a enfatizar el carácter zambo del uno y el origen reposero del otro.
Lee era un abogado educado en la Universidad de Cambridge, en Inglaterra. Chávez, jugador de pelota, recitador y coplero llanero, fue el mediocre producto de una Escuela Militar que ha sido nido de segundones ansiosos de poder. Maduro no llegó ni a bachiller y confunde el estetoscopio con el telescopio.
Mientras en Singapur está prohibido el chicle porque «ensucia las calles», en Venezuela el régimen ha prohibido el papel tualé, con sus consiguientes problemas de orden olfativo y sanitario.
Lee fue un dictador pragmático y, en muchos sentidos, benevolente. Chávez fue un dictador acomplejado y lleno de odio, empeñado en destruir la democracia en el país instaurando un estado comunista con métodos fascistas (que son muy similares), militarista, represivo y profundamente ineficiente.
Los resultados no se han hecho esperar. Las estadísticas son elocuentes. Singapur está entre los países más prósperos del planeta y es uno de los diez países menos corruptos del mundo. Venezuela está en el primer lugar de las economías más miserables del mundo y entre los diez regímenes más corruptos del planeta. Todo ello está abundantemente documentado.
No he encontrado ninguna información sobre la representación diplomática de Singapur en Venezuela. El régimen venezolano si tiene un embajador plenipotenciario en Singapur, un compañero de Roy Chaderton y, como él, un tránsfuga de la democracia, quien a diario debe comparar en su mente el bochornoso régimen de su país con el eficiente gobierno y la armoniosa sociedad de Singapur. Este personaje debe estar muy contento de estar bien pagado y de poder vivir tranquilo en un país limpio y próspero, aunque deba defender, a costa de su conciencia, la hecatombe física y moral que existe en Venezuela.