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Sin RCR no será igual

Casi un siglo en las ondas hertzianas no se compra en la botica de la esquina, como tampoco ser parte del alma nacional que ha observado y analizado como un país salió de las penumbras de la dictadura gomecista para entrar a la modernidad del siglo XX, ver recorrer el vistoso camino de una de las naciones más prosperas del planeta, y luego presenciar su ruina en el siglo XXI.

En el arsenal infinito de maldad y odio sembrado en las venas de las dictaduras, hay un blanco preferido, la libertad de expresión y los medios de comunicación, de cuya fuente se nutre la población cuando rechaza a regímenes abominables mediante la protesta popular.

De este fardo de circunstancias los habitantes de este país hemos sufrido dolorosas vivencias durante estos 24 años de infamia, al presenciar cómo han perseguido y cerrado centenares de impresos, televisoras, radios, páginas web, tan sólo por no agradar o cuestionar el discurso ideologizado del régimen y su funesta gestión.

Al mismo tiempo es asombroso reconocer como de sectores calificados como opositores manifiestan sus dudas sobre la madera del régimen, a quien vacilan en calificarlo como dictadura o tiranía, aun cuando clausuren, hostiguen a placer los medios de comunicación con el robo de sus patrimonios, encarcelamiento o exilio para periodistas y propietarios.

De tal manera que para éstos la reciente inhabilitación ilegal a la candidata María Corina Machado a las primarias opositoras es un evento más, como lo es el cierre definitivo de RCR, como lo fue la clausura de RCTV, o el saqueo del Diario El Nacional, citando ejemplos emblemáticos entre tantos atropellos de los cuales se ufanan olimpicamente los corifeos del régimen.

Ahora bien, esa conducta no es de extrañar cuando observamos la laxitud de gobiernos como el de Lula en Brasil, el de Arce en Bolivia, o voceros del PSOE el ex premier Rodríguez Zapatero, al pretender tratar con guantes de seda a la dictadura madurista, aún cuando cada uno de ellos sufrieron horrendas dictaduras que asolaron sus pueblos.

Total, es solo un atropello más contra medios de comunicación, quienes en la mayoría de los casos batallan solos, incluso abandonados por la clase política opositora, por sus otrora anunciantes, incluso por líderes políticos de renombre internacional, al ser los medios solo una moneda de recambio, en lugar de ser el centro de la lucha por la democracia y el rescate de las instituciones perdidas.

Esto no es una consideración menor al momento de reconquistar el estado de derecho, una de las reivindicaciones esenciales a reponer es la libertad de expresión y el resarcimiento efectivo de los medios de comunicación clausurados en este caso por la dictadura madurista.

RCR ha sido una escuela de la radiocomunicación venezolana y continental, su cierre es el corte de un espacio que necesitamos los venezolanos que luchan por la democracia, nuestra apuesta continúa por el talento evidente de sus periodistas y en el mensaje final de su director Jaime Nestares, de no rendirse ante las duras circunstancias y preparar su pronto regreso. 

Afortunadamente permanecen todavía algunos medios de comunicación,  radios, impresos, páginas web en nuestro país, dispuestos a continuar la labor de informar verazmente a la población, aún cuando están vigiladas, acosadas por los comisarios del régimen, mantienen su autonomía e independencia frente al Estado.

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