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Secreto y-o secretaria/o

En el título bien pude haber colocado primero secretario y luego después del / la “a”. Si no lo hice fue porque voy a referirme a lo expresado por una secretaria y nada menos que por la secretaria de prensa de la Casa Blanca, en la administración de Joe Biden, que se inicia. Me siento incómodo al estar refiriéndome a lo dicho por ella, en lugar de a lo hecho por él, por aquello que me enseñó José Marti, “no empañar mi vida hablando mal de mujer”.

El hecho es que a la pregunta “si la Casa Blanca considera a los sauditas y a los israelitas aliados importantes”, que viene inducida por la falta de una llamada telefónica del Presidente Biden al Primer Ministro de Israel Netanyahu, la respuesta, en mi traducción libre y parcial, se limita a decir que han estado solo tres semanas y media al frente de esos asuntos; y dado el amplio panorama de las cuestiones internacionales van a dejar a esos procesos políticos mostrarse por sí mismos, antes de dar una visión completa de cuáles serán las aproximaciones en los temas de seguridad nacional. ¡Dios mío! cuanto deja traslucir esas breves declaraciones.

¿Eso quiere decir que el electo presidente y su equipo tienen “tres semanas y media” dándole pensamiento a ese problema que quizá pueda ser el más relevante de la política internacional de hoy? Ojalá, que es invocación islámica, no fuera así. Desde luego que no. Es simplemente esquivar la dificultad en la toma de decisión, porque entre otras cosas, a lo mejor estoy equivocado, la visión del presidente y de la vice-presidente en ese espinoso tema pudieran no coincidir.

El presidente Biden es un hombre mayor que Trump, es menor que yo, que en cuatro meses y un poquito de días cumpliré 80 años, pero nació en una sociedad desarrollada, quizá la más desarrollada en la actualidad, mientras que yo soy apenas uno más de una sociedad subdesarrollada que ha sido sometida durante 22 años a un proceso de involución bajo la consigna de “revolución”, por lo que mis opiniones carecen de peso, pero lo que diga Biden tiene un peso enorme y más todavía lo que haga o no haga.

Lo que hizo fue llamar por teléfono a algunos de sus pares en el mundo, entre otros a Putin; y no llamar a otros de sus pares, entre otros al usurpador Maduro, lo que celebro; y desde luego tampoco llamó a Netanyahu lo cual lamento, porque lo que evidencia esa no llamada es que no tiene una palabra clara que pronunciar en estos difíciles problemas que afectan la relación de Israel con los países árabes que la rodean y que además son musulmanes, no obstante que esos países han valorado como positiva esa nueva relación.

Y ahora vuelvo a la respuesta de la Secretaria de Prensa de la Casa Blanca, “tres semanas y media”; es casi como decir yo no estaba preparada para esto y no he tenido tiempo suficiente para hacerlo. Su respuesta a si son aliados los sauditas y los israelitas es casi como una frase paradigmática en la política tercermundista de Venezuela pronunciada por un funcionario de cuyo nombre no quiero acordarme, que resumió su diseño político con esta frase: “según va viniendo vamos viendo”.

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