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¿Se puede desde la solidaridad?

Roberto Patiño

El trabajo por la solidaridad tiende a desvalorizarse a través de afirmaciones negativas o condescendientes: es una actividad “hippie” o “comeflor”, bien intencionada pero carente de fuerza, de menor importancia frente a otras más urgentes, de recursos limitados para transformar la realidad.

Esta percepción intenta justificarse al enfrentarla a la magnitud de la crisis que vivimos. Crisis en la que se están reproduciendo de manera alarmante los robos por hambre, se suceden ataques a fuerzas militares venezolanas por parte de grupos irregulares, comunas asociadas al oficialismo actúan fuera de cualquier orden legal, saqueando ganado y comercializándolo como propio.

Crisis en la que se perpetran violaciones masivas a derechos humanos por parte de grupos de seguridad como las FAE, amparadas por un Estado dictatorial y anti democrático, en medio de una crisis hiperinflacionaria sin precedentes y una migración masiva de millares de venezolanos que es comparable a los movimientos de refugiados de guerras como la de Siria. Una crisis de conflictividad social y persecución política.

¿De verdad se puede enfrentar esto desde la solidaridad?

Para nosotros la respuesta no es solo que sí.

Es que es indispensable hacerlo desde allí.

La solidaridad es un valor fundamental de la convivencia. Y la convivencia es como el aire. Como no reparamos en ella la damos por sentada, pero cuando falta sencillamente no podemos vivir.  Y así nos pasa ahora: la compleja y dificilísima crisis que sufrimos es producto de la destrucción de pactos convivenciales básicos por parte del régimen para establecer por la fuerza un modelo de relaciones clientelares, de dependencia, de dominación y predatorias que sencillamente hacen inviable la existencia de cualquier país.

En la actualidad, el problema no es solo el reconstruir la convivencia sino usarla, al igual que los valores entorno a ella, como herramienta de acción social y política. Herramienta que nos permita el logro de la ansiada articulación nacional, el desarrollo de formas novedosas de lucha democrática, la vinculación inclusiva de todos los sectores del país en un proyecto compartido y el abordaje inmediato y efectivo a los graves problemas de la crisis.

En el movimiento Caracas Mi Convive hemos trabajado sobre esta convicción. Para nosotros la solidaridad no es un ideal inmaterial. Muy por el contrario, son los 61 comedores de Alimenta la Solidaridad en Caracas y el interior del país, que alimentan a más de cinco mil niños semanalmente. Son los cientos de hombres y mujeres que componen la Red de Líderes Comunitarios. Son los voluntarios y los grupos de sectores académicos, privados, en medios digitales y de trabajo social. Son las madres que organizadas en iniciativas como Sustento para crear opciones reales de desarrollo económico.

La solidaridad es activa, implica resistencia y protesta. No actúa desde la venganza, sino desde la construcción de oportunidades. Cuando hablamos de solidaridad, hablamos de instituciones como Provea, Caritas, Fe y Alegría, CECODAP, entre tantas otras, cuyas acciones abordan ámbitos tan difíciles como la lucha por los derechos humanos, el acceso a la educación de poblaciones vulnerables, la lucha contra el hambre y la desnutrición, la prevención de la violencia. Problemas prioritarios para nuestra sociedad que son enfrentados desde la solidaridad, el reconocimiento, la organización, y la resiliencia para lograr soluciones concretas y significativas, que afectan positivamente en lo individual y lo colectivo.

La terrible situación que estamos viviendo debe asumirse como la imposibilidad de un modelo de hambre, empobrecimiento, dictadura y violencia que esta destruyendo al país. Un modelo que quiere convertirnos en lobos de nosotros mismos y que busca hacer virtud de nuestras fallas y carencias.

¿Se puede enfrentar esto desde la solidaridad?

Para nosotros la respuesta no es solo que sí.

Es que es sólo desde allí que puede hacerse.

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