Revolución y desilusión: 1998-2017
Lo visto en Venezuela en estos meses del 2017 rompe cualquier pronóstico y calculo hecho. Basta recordar que el presidente Chávez que intento acceder al poder por vía de un golpe de Estado (4F 1992) y la historia e institucionalidad democrática de Venezuela le permitió ser elegido presidente por vía electoral en 1998, y si bien es uno de las grandes responsables de la debacle actual aspecto que no debe perderse de vista, no es menos cierto, que fue respetuoso de la Constitución, de reglas de juego elementales que rigen a un país y sociedad, muy al contrario y a diferencia de la cúpula actual que se aferra al poder, que viola derechos fundamentales, que mancilla a la Constitución y a los venezolanos.
Los venezolanos tenemos delante de si el peor gobierno en toda nuestra historia republicana, un gobierno etiquetado de impopular, represivo y violatorio de derechos humanos, al igual que la Guardia Nacional no se registra en toda su historia un papel tan nefasto y condenable en sus acciones y actuaciones. Los venezolanos de forma unánime rechazan al actual gobierno, rechazan la manera de atropellar y quebrar el hilo constitucional, rechazan la represión y muertes de nuestros jóvenes en protestas, rechazan por igual y de manera masiva y rotunda el llamado a una Constituyente sectorial y comunal, rechazamos la destrucción patrimonial, económica, material e inmaterial del país y sus nacionales.
El presidente Maduro y su cúpula han transitado hacia una radicalización del gobierno, no leen al país nacional, no interpretan no sólo el clamor de cambio, sino no descifran las expresiones y manifestaciones de un país encendido, molesto, indignado, unos venezolanos que no abandonan la protesta y que lejos de resignarse al maltrato, a los vejámenes y represión, han entendido que no es sostenible la revolución, que cada día que pasa la permanencia de este gobierno y modelo se traduce en menos libertades y derechos, en hambre, miseria, desnutrición, desempleo, padecimientos de distinta naturaleza.
En lo personal nunca aposté a esta revolución porque está basada en falacias o mentiras, en corrupción, ineficiencia, populismo, discrecionalidad, malversación y demás, pero igual nunca pensé que el país podría llegar a los niveles de daño y retroceso actual. Esta revolución sencillamente devoró todo, devoró a los venezolanos tanto los que votaron por Chávez y Maduro, como quienes no lo hicimos, a unos y a otros hoy sólo nos queda la Constitución Bolivariana de Venezuela de 1999, lo demás es una gran desilusión y resaca colectiva porque el país y la historia pudo ser otra. Este país inmensamente rico en recursos y con grandes ingresos petrolero no merecía esta infamia, este maltrato colectivo, como no merece en la actualidad ser sometido a ese arrebato y desmán de la Asamblea Nacional Constituyente Comunal y Sectorial, y por supuesto tampoco merece esta cáfila de dirigentes impúdicos, carentes de moral, formación, sensatez y responsabilidad.
Chávez y el propio Nicolás Maduro junto a sus ministros incompetentes, la corrupción generalizada, el militarismo ramplón instalado y copando toda la administración pública y el Estado, la ausencia de controles y limites por la anteriores Asambleas Nacionales y demás poderes públicos, la violación flagrante de la Constitución Bolivariana de Venezuela de 1999, la destrucción de nuestra musculatura empresarial, industrial y productivo, la devastación de nuestros campos y productores, una salud y seguridad en rojo, junto a 80 jóvenes asesinados en las protestas y la larga lista de venezolanos muertos en esta casi dos décadas, es lo que ha estado destruyendo y está matando a la revolución bolivariana y con ella las esperanzas depositadas que se pusieron en Chávez y después en Maduro.
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes E-mail: [email protected]
