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¡Revivir el sueño venezolano!

«La forma de gobierno ideal es la aristocracia, gobierno de los mejores, es decir de los filósofos. Por sucesivas corrupciones ese gobierno corre el riesgo de convertirse en timocracia (gobierno de los hombres de valor o guerreros), que a su vez puede corromperse en oligarquía (gobierno de unos pocos, dueños del dinero), a su turno corrompible en democracia (o gobierno de los pobres), que a su vez puede corromperse en tiranía (gobierno que surge con el pretexto de defender a los pobres amenazados)

Platón

En su libro “La Épica de América” James Truslow Adams en 1931 estampa el término que nos motiva: “El Sueño Americano”, que según los historiadores, éste se retrotrae al siglo dieciséis, cuando pioneros ingleses intentaron persuadir a los ciudadanos de su país para moverse a las colonias británicas en Estados Unidos, que a más de su lenguaje y promesas sobre estas colonias terminaron creando tres persistentes mitos separados pero a la vez interrelacionados: América como una tierra de abundancia; como tierra de oportunidades y como tierra del destino.

Así lo visualizaron, pero en su pensamiento establecieron como premisa fundamental,  que ese sueño dependería de cada ser humano, cuyo fin básico conllevaría al término del racismo, del clasismo y de la desigualdad de clases, que tanto mal hacía a ese sueño, considerando que el hombre a menudo busca la felicidad en todo sitio menos dentro de él. Así de simple, decían: los peores enemigos a los cuales debemos combatir principalmente, están dentro de nosotros mismos, entendiendo que los obstáculos que se interponen en la búsqueda de la felicidad están dentro de la propia mente.

Al parodiar el título como “el sueño venezolano”, presumimos la terca idea de nuestros libertadores de ayer y de hoy, tanto como lo fueron los “socialistas del siglo XXI”, que siguiendo la Constitución, amasaron las mismas bondades del “sueño americano”, definidos como “…la igualdad de oportunidades y la libertad que permite a todos los ciudadanos lograr sus objetivos en la vida únicamente con el esfuerzo y la determinación”; pero rayan en la controversia, cuando no conjugan los conceptos de “…la prosperidad que depende de las habilidades de cada uno y de su trabajo, no en un sentido rígido de jerarquía social…”.

Lamentablemente, fueron confundidos y hasta cambiados los ideales de “…lograr más riqueza de la que podrían aspirar y la oportunidad para que sus hijos crezcan con una buena educación y grandes oportunidades y/o consolidar la oportunidad para ser un individuo sin constricciones impuestas por motivo de raza, clase, religión, etcétera”, lo que fue transformado por los “revolucionarios chavistas” en: “…repartir la riqueza del país dando más al que menos tiene”, con lo que cambiaron el ideal del sueño, a la creación de un venezolano acostumbrado a la dádiva y al obsequio sin trabajar, construyendo un país de mendigos y misioneros vividores, alimentados por el “excremento del diablo”.

Es triste decirlo, pero es lo real, el despelote surgido del anti partidismo y la anti política surgida a finales de la década de los 80’ y toda la de los 90’, que dio paso fácil al ignorante Chávez y sus secuaces, quienes sin apego a ninguna política ni partidismo, impusieron el ignaro lema del “árbol de las tres raíces”, donde solo vemos una amalgama de “nombres próceres” sin relación ideológica ni sentido alguno, solo enlazados como enjambre fonético surgido de la ignorancia rancia del militar mediocre: esa “ralea” que se fragua en los institutos de formación de oficiales de las FFAANN, donde se “juntan” lerdos presuntuosos de meritocracia en un autoengaño creador de lemas inexpresivos, pero que solo les sirven para auto engreírse como “libertadores sabios” capaces de reformar y proponer ideas e ideales inocuos, que los atosigan hasta empalagarlos, y los llevan a proponerlos como verdades de Perogrullo.

Pero ese “sueño venezolano” comenzó su trastorno con el surgimiento previo del llamado “pensamiento militar”, una farsa representativa de lo que paso a llamarse “pensamiento revolucionario”, que dio al traste con la incipiente democracia, impuesto al país como “proceso”, “proyecto” o cualquier símil de verdad política, con el que embaucaron al “tonto” venezolano que creyó en la existencia del “mesías reformador”, que como viento huracanado trajo todos estos lodos.

Fue el mayor desliz cultural de la Venezuela de comienzos del milenio, donde muchos audaces juristas y portentosos políticos y politiqueros, ensamblaron una sarta de pegatinas normas acumuladas con savia indocta, de la que resultó ser la “constitución mejor elaborada del mundo”; que, a pesar de contener una valiosa normativa moderna y eficaz, digna de nuestro gentilicio, se desbordó con mucha prosa ignorante y grandes deseos incumplibles, que dio al traste con el plausible “sueño venezolano” contenido en su Prólogo y el deseo explícito pero discordante de su Exposición de Motivos. (Esto nos obliga a revisar la nómina de los constituyentistas del 99)

No por capricho, sino por incomprensible, luchamos hoy porque se cumpla ese sueño que violó el “comandante eterno” y hoy viola Maduro con su discordante e inconstitucional Constituyente. Sin dudas, es inminente el cambio de políticas, que comienza necesariamente con el cambio de gobierno, que no es otro que el cambio de presidente. Un presidente verdaderamente político, que conozca las leyes naturales de la sociedad democrática verdadera. Solo un verdadero político puede entender que la economía dirige el acto administrativo, y esa economía la maneja un ejercicio de gobierno dirigido por una política real, comprendida fuera de los prosaicos intereses de ideologías desfasadas  y fracasadas. Por eso el discurso de Platón.

Dejemos las medias tintas de la anti política y sigamos también al pensamiento aristotélico del zoon politikon. El verdadero cambio de pensamiento nacional en el siglo XXI comienza por entender, que: ¡El hombre es un animal político que vive porque sueña!

@Enriqueprietos

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