Resignados y resistentes
Las elecciones tendrán lugar en un escenario predominantemente desfavorable. Frente a esa realidad caben dos posiciones básicas: Aceptarla como inevitable e inmodificable, con estoica resignación en espera de tiempos menos impropicios; o por el contrario, decidirse a combatir esa realidad adversa con inteligencia, perseverancia y coraje ciudadano. Resignarse o resistir.
Quienes gobiernan han concentrado todos los poderes. La Asamblea Nacional se limita a aprobar sin discusión los proyectos de ley que le envían desde Miraflores –la mayoría de los cuales tienen su origen en La Habana– no investiga fallas, errores, corruptelas, vagabunderías, atropellos; bloquea los debates solicitados por los diputados de oposición, reducidos a la triste condición de convidados de piedra.
Tienen el control del CNE, con cuatro (4) dirigentes del PSUV y apenas un (1) independiente. Su presidenta, la señora Lucena, hace y deshace a su antojo. Modifica circuitos electorales, crea centros de votación en comunas y bases de misiones, ordena que apreciables contingentes de electores voten en centros alejados de su residencia, descarta la presencia de observadores internacionales calificados, en fin, todo lo que el gobierno requiere para el gran fraude que se propone.
La hegemonía comunicacional del gobierno es apabullante. Los canales de televisión, amenazados con quitarles la licencia y acosados por multas impagables, fueron adquiridos por boliburgueses obscenamente enriquecidos, que niegan acceso a los voceros de la oposición. Lo mismo ha sucedido con las emisoras de radio, que casi en su totalidad han sido expropiadas por el gobierno o compradas también por boliburgueses repletos de dinero. Maduro los encadena casi todos los días. Menos mal que sus interminables peroratas son insoportables por fastidiosas.
Este gobierno atropellador, dedicado a sembrar miedo, que encarcela arbitrariamente a dirigentes políticos, tortura estudiantes, inhabilita por vía administrativa a dirigentes políticos y candidatos a la Asamblea Nacional; y que al mismo tiempo, por servidumbre ideológica, no es capaz de defender la soberanía nacional, arrastró a Venezuela de la prosperidad a la ruina.
La MUD tiene una gran responsabilidad. También la tienen los dirigentes partidistas, juveniles, estudiantiles, sindicales, gremiales, empresariales, y cada venezolano en lo personal. No podemos permanecer como espectadores pasivos. Estamos obligados a participar activamente en la campaña electoral, sin miedo y sin fatiga. Es la hora de los resistentes, no de los resignados.