Rescatar el alma de los pueblos de Europa
El selfie mostraría una cara de cansancio y resignación. De aburrimiento”, señaló el primer ministro italiano en su toma de posesión como Presidente semestral de la Unión Europea. Una UE, prosiguió, donde la crisis económica ha dejado “una herida muy fuerte”.
Con sus palabras mostró que es posible la esperanza si los pueblos eligen dirigentes políticos capaces de establecer las auténticas prioridades en una sociedad presidida por la justicia, las libertades y la solidaridad imprescindible en un mundo en el que las fronteras son cada día más frágiles. Sin perder de vista la concepción de que los pueblos están interrelacionados y tienen los mismos derechos es preciso comenzar por poner orden en nuestra propia casa, una Unión Europea insertada en unas redes sociales que ya nos permiten sentirnos responsables y en un medio ambiente amenazado de forma implacable y suicida.
El Presidente Renzi quiere “volver a encontrar el alma de Europa, el sentido profundo de estar juntos”, algo que empieza por hacer una Europa más social y para los jóvenes. Ante la Eurocámara, ha pedido “remangarse”, “no mirar al pasado”, y que Europa sólo sea la frontera del bienestar y el Estado social. Porque es “la hora de decir que la política tiene su dignidad”, y “en la dignidad política volvemos a descubrir el sentido profundo de nuestro ser”.
El exalcalde de Florencia empleó apenas veinte minutos para reivindicar la vigencia de la idea de Europa y el papel de la política, y los políticos, en ella. No restando importancia a las cuestiones financieras, Renzi puso el foco en la consecución del proyecto europeo. Sin proponer un cambio brusco de dirección ni saltos en el vacío, criticó el formalismo en el que ha caído Bruselas y recordó que el crecimiento es fundamental, y que el capital más importante no es el financiero, sino el humano.
El debate sobre la política económica en Europa “no se reduce a la petición de algunos países dirigida a otros para cambiar las reglas. No obstante, respeta las reglas el que recuerda que hemos firmado todo un pacto que se llama Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Se trata de estabilidad, pero también de crecimiento, y la petición de que el crecimiento sea el elemento fundamental de la política económica europea beneficia a Europa, no a Italia”, sostuvo Renzi.
“Sin crecimiento, Europa no tiene futuro”, insistió. “¿Queremos o no estar en la vanguardia sobre las tecnologías de la información y la comunicación, sobre las inversiones en cambio climático, sobre la importancia estratégica del capital humano?”. Recordó que si hubo un país al que se le concedió flexibilidad y se le permitió violar los límites, ese país fue Alemania con el proceso de reformas que le ha permitido ser hoy un país que crece”, en referencia a la ruptura del Pacto por parte de Berlín y París en 2003 y su posterior reforma para relajarlo.
El primer ministro italiano reclamó hacer más para evitar catástrofes migratorias en el Mediterráneo reforzando el papel de Frontex y la cooperación con los países africanos Renzi ha apostado por evitar que Europa sea “un puntito en Google Maps”. “Tenemos que cambiar nosotros, cambiar los países. Nos tenemos que exigir a nosotros mismos la voluntad de cambiar si queremos ser creíbles”.
¿Cómo se hace eso? Aprendiendo las lecciones de los últimos años, fomentando el crecimiento y no sólo la austeridad y no esperando de Europa todo lo que no funciona a nivel nacional.
Renzi ha llamado además a la Eurocámara a alzar la voz contra los perseguidos por su credo, género o por su etnia. No sólo ha hecho una propuesta seria de renovación de la manera de abordar los asuntos europeos, desde la inmigración al desempleo juvenil: ha marcado una hoja de ruta a sus colegas europeos que se sienten acorralados ante las voces que denuncian que lo nuevo, la juventud y los verdaderos valores, están fuera de la Unión Europea.
Desde el sur de Europa se ha mostrado un camino con valores históricos y nuevos en la Unión Europea. La generación de su Presidente, que no era mayor de edad cuando se firmó el Tratado de Maastricht (que dio lugar al euro) es la “heredera” de la “conquista” de libertades de las últimas décadas.