Rendición de cuentas inevadible
El chavismo ha gobernado durante 17 años sin rendirle cuentas a nadie (la Asamblea Nacional presidida por Diosdado Cabello no se atrevió a pedírselas). Como los precios del petróleo se mantuvieron elevados, fueron fabulosos los ingresos del país. Según el propio Maduro, totalizan un billón ciento noventa y dos mil millones de dólares (1.192.000.000.000 $).
Ahora, cuando la oposición democrática logró el 6D mayoría holgada (112 diputados frente a 55 del oficialismo), es de responsabilidad elemental investigar cómo se gastó tan fabulosa suma.
Esa investigación no tiene propósitos retaliativos, ya que el voto popular es el castigo más efectivo. La investigación procede, es inevadible, por la magnitud del daño inferido a Venezuela, y por la magnitud de las obligaciones contraídas.
Los venezolanos somos desmemoriados, pero no tanto para no recordar las condiciones y nivel de vida antes de 1999, cuando Chávez asumió el poder porque la democracia reconoció su triunfo en las elecciones.
Esa leyenda negra, repetida con tenacidad totalitaria, de que antes se vivía muy mal, no lo cree nadie. Antes de 1999 existía obviamente la pobreza, una parte de la población vivía con estrecheces, pero nadie se veía obligado a perder buena parte de su tiempo útil en colas interminables, agotadoras frente a abastos precariamente abastecidos.
La prédica ruidosa de Chávez, ayudada por su carisma, logró confundir y engañar a un sector numeroso de la población, pero la realidad se impuso. El 6D no sólo fue una derrota a los candidatos chavistas, fue un rechazo del funesto y fracasado modelo chavista.
Demos un vistazo sobre uno de los “logros” del chavismo: PDVSA, nuestra gallina de los huevos de oro, tiene moquillo, la producción de crudo ha disminuido por falta de mantenimiento de los taladros; estamos obligados a importar cantidades importantes de derivados de petróleo (gasolina, gasoil, etc.) por el pésimo estado de las refinerías de Amuay y Cardón en Paraguaná; a diario afloran escándalos sobre robos espectaculares por parte de ejecutivos y contratistas de la otrora poderosa empresa petrolera.
El ejemplo del descalabro impresionante de PDVSA se repite en otros campos de la producción. La demencia expropiatoria de Chávez transformó en peladeros a 4 millones de hectáreas que estaban en plena producción. Las ciudades de Venezuela ven ahora sus zonas industriales invadidas por la maleza. Estamos obligados a importar casi todo lo que consumimos y el petróleo genera cada día menos divisas.
El panorama es realmente desolador.