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Ramos Allup y Carmona: percepciones
Los venezolanos tenemos la tendencia a reaccionar de acuerdo a resultados inmediatos, sin analizar detenidamente las ¨causas de las cosas¨, como señalaba Virgilio, ni las consecuencias de los hechos a largo plazo. Ensalzamos o satanizamos a personas y sucesos con la rapidez del rayo y pasamos por alto las consecuencias en el tiempo de determinadas acciones.
El estrepitoso fracaso económico del régimen totalitario, sus violaciones a la Constitución, la corrupción y sus ataques personales, así como la conducta posterior de tirios y troyanos, inciden en que cada día aumenta el número de venezolanos que reconsideran su percepción sobre personas y hechos de nuestra historia reciente. Los casos de Henry Ramos y de Pedro Carmona nos permiten ilustrar el punto e intentar sacar algunas lecciones.
Hasta hace poco, muchos venezolanos consideraban que Henry Ramos Allup había sido un destacado dirigente político con una carrera exitosa como parlamentario, Secretario General del partido Acción Democrática, supuesto corresponsable de los errores del pasado, cuya estrella estaba en declive. Cuando se mencionó su nombre como candidato a presidir la Asamblea Nacional electa en el 2012, algunos pensamos que políticamente ello no era conveniente.
Por su parte, Pedro Carmona era señalado como un empresario serio y cuando fue presidente de Fedecámaras tuvo una masiva simpatía de los opositores de a pie por su aguerrida conducta en contra de las arbitrariedades de los rojos. Después fue señalado como el culpable del fracaso de la gesta cívica del 11 de abril del 2002 y por lo tanto satanizado.
¿Se mantienen estas percepciones? Sobre Ramos Allup las encuestas son claras. Antes de asumir la presidencia de la Asamblea Nacional figuraba con un bajo porcentaje de popularidad. Gradualmente, su posición firme en el parlamento, sus declaraciones duras e incisivas en contra del régimen, unido a la torpeza de este lo catapultaron al primer lugar en la preferencia de los encuestados, superando a Leopoldo y a Capriles, según el último sondeo.
Desde luego es pronto para conocer si se mantendrá esta tendencia que obligaría a aplazar las aspiraciones de la nueva generación de líderes. Tampoco queremos especular sobre el posible efecto en los jóvenes votantes. El punto es que Ramos, con todo su derecho, declaró que estaría dispuesto a medirse en primarias. Este es un ejemplo más de que en política no hay «muertos» y que la tenacidad y experiencia del dirigente adeco, así como las torpezas del régimen le pueden dar vuelta a la tortilla.
En el caso de Carmona no tenemos evidencias numéricas, pero muchos deben preguntarse qué hubiese sucedido si el Decreto logra apoyo político y militar. El mismo contemplaba realizar elecciones parlamentarias en ocho meses y presidenciales en un año, con la expresa prohibición de que Carmona fuese candidato. ¿Era preferible esto o que los rojos continuaran violando la Constitución y hundiendo a Venezuela en la miseria?
Para el 11 de abril la popularidad del régimen era de un 30%. Solo pequeños grupos salieron a exigir el regreso de su líder y en la Fuerza Armada ningún oficial reclamó que el Alto Mando le hubiese exigido la renuncia a quien propició la masacre y aceptó dejar Miraflores con la condición de que lo enviaran a Cuba. Errores del nuevo equipo, la incomprensión del liderazgo político que se rasgó las vestiduras ante medidas necesarias que tomó el gobierno de facto y las disputas del generalato permitieron el regreso de quien fue nefasto para el país.
Algunos dirán que hay temas de más actualidad e importancia, lo cual es cierto. Sin embargo nos permitimos abordar el punto para insistir en que debemos ser más prudentes a la hora de ensalzar o de satanizar hechos y personas. Muchos alabaron al teniente coronel, para después decepcionarse. Otros descalifican a dirigentes de la oposición sin pensarlo dos veces. Lo que ayer percibimos como bueno o malo, hoy quizá ya no lo es. Solo los principios y valores son universales y eternos, como decía Rizieri Frondizi.
Ante el endurecimiento de la represión política es requisito indispensable que los demócratas cerremos filas. Es cierto que muchas dictaduras han salido por elecciones, pero ningún régimen totalitario ha perdido el poder mediante el voto. Quizá lo sensato es hacer lo posible por dialogar y negociar una transición, pero paralelamente presionar por todos los medios para que se realicen el revocatorio y las elecciones regionales este año, insistir en la doble nacionalidad del presidente de facto y lograr el concurso activo o pasivo de quienes detentan las armas.
Como (había) en botica: El régimen está asustado y por ello la militarización de Caracas y las trabas para evitar que la gente se movilice este jueves. Sin el visto bueno de jueces y fiscales el régimen no podría cometer tantas tropelías. La persecución a Leopoldo y a su familia, a Ceballos, a Ledezma y en general a los presos políticos recuerda los momentos más obscuros de la dictadura perezjimenista. El traslado de Ceballos a la penitenciaría de San Juan de los Morros es otra canallada de Maduro ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!