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¿Quo vadis, Maduro?
La incertidumbre acerca dónde va a llegar el gobierno en su violación al orden constitucional, nos trae el recuerdo de que cuando Cristo llevando la cruz se le aparece a Pedro, quien por la persecución de los cristianos huía de Roma, éste le pregunta «¿quo vadis?» y aquél le responde «a Roma, a ser crucificado de nuevo».
Ahora, en Venezuela, se hacen conjeturas sobre hacia dónde quiere ir y qué busca el gobierno cuando denuncia golpes de Estado y magnicidios, una guerra económica y acciones desestabilizadoras promovidas desde el exterior por un supuesto eje Miami-Madrid-Bogotá, bajo la dirección del «imperio», es decir, de EEUU.
Se cree generalmente que se trata de una maniobra de distracción para que sólo se hable de esas mentiras y se olviden o pasen a un segundo plano la política represiva, la resurrección de la tortura, la inseguridad y la criminalidad que andan sueltas en todo el territorio nacional, la cacería de brujas en el seno de la FAN, el incumplimiento de las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos y la burla de la Carta Democrática Interamericana, la escasez enseñoreada en los anaqueles de los comercios, la inflación de más del 100% en los alimentos, el desastre cambiario con un dólar oficial a 6,30 bolívares y uno a más de 200 bolívares en el mercado paralelo, la corrupción y el saqueo masivo de los dineros públicos, las conexiones gubernamentales con el narcotráfico, y, en fin, la pobreza que, según la Cepal, ha pasado en los dos años del mandato de Maduro del 25,4% al 32,12%.
Es cierto que todo eso se mueve en el fondo de las invenciones y de la estrategia de desinformación del gobierno. Pero hay razones para pensar que otros propósitos también pudieran estar motivando la conducta del oficialismo. Algunos otros objetivos o decisiones aún ocultas en relación a la democracia y el Estado de Derecho pudieran estar esperando su momento de materialización.
Llama la atención que estén ocurriendo hechos gruesos y graves que no son fuegos pirotécnicos para encandilar a la opinión pública. No es cualquier cosa el asalto de sedes de un partido de la importancia de Copei y acusarlo, con montajes de videos prefabricados, de estar comprometido con una conspiración. Se acusa de lo mismo al partido Voluntad Popular y arbitrariamente se mantiene preso a Leopoldo López, su máximo líder.
Se encarcela a Antonio Ledezma, no para despojarlo de la Alcaldía que ya habían vaciado en sus competencias y recursos, sino para continuar con el descabezamiento de la oposición. Está anunciado el allanamiento de la inmunidad del diputado Julio Borges, dirigente fundamental del partido Primero Justicia. Pende sobre la cabeza de María Corina Machado la amenaza de apresarla en cualquier momento. Y se acentúa la hegemonía comunicacional -Tal Cual es la última víctima- para que las tropelías sean silenciadas o distorsionadas.
Todo eso conduce a algún desenlace todavía velado. ¿Quo vadis, Maduro?.