¡Quemas…!
Otro hecho insólito ocurrió en el país poco después de la amenaza policial a los miembros de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela por la publicación de su documento estrictamente académico-científico sobre la pandemia de la COVID-19, cuando en el núcleo Cumaná de la Universidad de Oriente, estado Sucre, fueron quemados la Biblioteca Central y su valioso material impreso: libros, revistas científicas, trabajos y tesis de grado, trabajos de ascenso y folletos.
Intenciones.
¿Qué se pretendió con ello? ¿Deseos de humillar a la Institución y sus miembros? ¿Venganza? Pero, ¿venganza ante qué y por qué? ¿O es dañar por el simple deseo patológico de hacerlo? Hecho vergonzoso de barbarie y vandalismo, de indudable calificación como un genocidio cultural, de significado global, que como tal debiera ser condenado por la mayoría de los venezolanos y las naciones del mundo. El odio a la cultura, a la educación, a la academia y a la universidad conduce hacia un fanatismo ritual, que desemboca en la pérdida irreparable del patrimonio cultural y la ruina espiritual de quien lo ejecuta. Tales acciones son manifestaciones típicas de una tiranía. El libro se quema porque con ello se intenta hacer desaparecer su memoria y la proyección que tiene sobre la sociedad y sin memoria se desemboca en la ignorancia, lo que genera el campo fértil para el totalitarismo.¿Hay, acaso, algo más antitotalitario que el conocimiento y otros atributos contenidos en los libros?
Pero las tiranías y dictaduras también son habilidosas no solamente para quemar, sino para crear y controlar sus propias casas editoriales y periódicos, comprar empresas radioeléctricas y televisivas, así como para clausurar o censurar las de la oposición. Objetivo final: la hegemonía. ¡Es la ideologización en marcha!
Es lamentable, que ante la magnitud y significación del hecho han sido escasas las voces de protesta y condena pública en el país a este hecho vergonzoso e infame.
El antecedente nazi.
Como antecedente, es inevitable recordar la quema ritual de libros de autores judíos, pacifistas, liberales, religiosos, de arte, socialdemócratas y comunistas que ocurrió en la Plaza de la Ópera Estatal Unter den Linden (rebautizada como Bebelplatz en 1947 en honor al líder del partido socialista alemán SPD,AugustBebel), en Berlín, la noche del 10 de mayo de 1933. Fue organizada por la Unión de Estudiantes Nacionalsocialistas Alemanes, marcadamente influenciada por la ideología nazi, bajo el lema purista de “acción contra el espíritu no-alemán”. Esa noche, los participantes se congregaron en un espacio abierto de la Universidad Humboldt y de allí se dirigieron en una marcha de antorchas hacia la Plaza de la Opera. Cámaras de fotografía fueron ubicadas estratégicamente para dejar impresas fracciones del hecho. El entonces jefe (Gauleiter) del distritode Berlín y ministro de propaganda del Reich, Dr. en germanística Joseph Goebbels, se dirigió por radio a los incendiarios y a la nación, una vez consumada la obra, con lo cual se le dio una cubierta oficial al crimen que se cometía. Estudiantes cómplices vistiendo los uniformes pardos de las tropas de asalto de las SA, profesores con toga y birrete, representantes de las SS y de la Juventud Hitleriana participaron en la marcha y en la quema, protegida y apoyada por la policía montada.
La quema se cumplió según una minuciosa lista negra de títulos de libros, de autores alemanes o no, elaborada por el bibliotecario berlinés Dr. Wolfgang Herrmann. Setenta mil participantes y veinticinco mil libros quemados fue el balance. La acción se realizó simultáneamente en 21 universidades alemanas y se extendió luego hacia otras universidades y numerosas poblaciones no universitarias. En total poco más de cien biblioclasmospudieron ser documentados durante 1933, pero fueron más. Las acciones fueron públicas, teatrales y rigurosamente planificadas, pero marcadas con el definido carácter terrorista que era la marca distintiva del régimen nazi. No se precisó el número total de libros quemados, pero se estima que fueron cientos de miles en los escasos cinco meses de ejecución del plan.
Otros hechos documentados.
En la historia abunda este tipo de hechos, con significación tanto secular como religiosa. Habría que penetrar en La historia universal de la destrucción de los libros, de Fernando Báez (2004), libro que no solamente es relación de hechos sobre destrucción de libros, sino denuncia al estado geopolítico actual.Entre algunos hechos, no necesariamente presentados por Báez, se pueden citar, como documentados: La quema de libros conducida sistemáticamente por la iglesia católica desde el siglo 4 AD, que alcanzó su máxima expresión durante la Inquisición y desembocó en las piras humanas. La quema de libros inmorales, objetos de arte y otros considerados pecaminosos, dirigida por el monje GirolamoSavonarola en Florencia, en febrero de 1497, durante la llamada Hoguera de las Vanidades. La trágica quema de los rollos de códices maya en Yucatán en 1562, ordenada por el obispo Diego de Landa, dejó sin memoria a esa exquisita civilización precolombina. Las quemas ejecutadas durante la Guerra Civil Española en 1936 por la Falange y en abril de 1939 en la Universidad Central de Madrid. Durante la dictadura militar argentina ocurrida entre 1976 y 1983 fueron quemados un millón y medio de libros, particularmente en Córdoba, bajo el amparo del llamado proceso de reorganización nacional. ¿Quién no recuerda las quemas de libros ejecutadas durante la dictadura del general Pinochet en Chile, como censura y represión?En su libro, Fernando Báez analiza la destrucción de libros en Irak durante la década de los 1990 y la cuantifica en un millón de libros perdidos.
Una posible proyección.
Queda el sabor amargo al reflexionar en una posible derivación de las amenazas proferidas a la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales Venezolana y su proyección hacia la génesis del biblioclasmo de Cumaná. Espíritus débiles y obcecados pueden sentirse estimulados a la práctica criminal por las acciones y simples palabras de sus pseudolíderes populistas. El fuego de Cumaná no debe ser desestimado, pues se puede reproducir en otros sitios del país y con otras intensidades.Es interesante preguntarse, cuántas bibliotecas en Venezuela fueron calladamente destruidas o vaciadas de sus libros, vendidos luego como pulpa, cuyo contenido estuviera relacionado con “la ideología capitalista” durante el régimen chavista, al tratar de imponer su remendado e inconsistente socialismo. ¿O sus textos fundamentales para “cambiar” la historia del país a su gusto y conveniencia?
¿Cuántos asaltos, quemas, robos y desvalijamiento, tomas y destrucción generalizada no han sufrido nuestras universidades públicas autónomas por la acción de esos grupos de desadaptados, pertenecientes a su propio cuerpo estudiantil, conjuntamente con milicias y grupos civiles armados, liderados por el régimen? La lista sería larga. Es por ello, que el humo de la quema de los libros en la Universidad de Oriente hiede a tiranía vernácula.
Rechazo del autor.
Sirva este texto para declarar el más profundorechazo y condena pública de su autor ante los hechos del biblioclasmo, como quema ritual de libros, en la Universidad de Oriente, en Cumaná.