¿Qué pasó en la Cumbre?
Este 11 de abril que acaba de pasar -al igual que el de 2002 cuando el gobierno de Chávez protagonizó la matanza de 19 venezolanos, a los que se suman los 43 de las protestas populares del año pasado contra el gobierno de Maduro- se recordará también como otra fecha triste de la historia nacional por la lamentable actuación que tuvimos en la recién celebrada Cumbre de las Américas en Panamá.
En ese evento el señor Maduro no alcanzó ninguno de los objetivos que se había propuesto. No logró el objetivo de fondo de un pronunciamiento de la Cumbre contra la orden ejecutiva del 9 de marzo del presidente Obama, sino el ya conocido apoyo de gobernantes afines políticamente o agradecidos por los subsidios económicos que reciben. Ni siquiera pudo entregar los fantasiosos millones de firmas que solicitaban la derogación de las medidas administrativas contra siete funcionarios venezolanos acusados de violación de los derechos humanos o de hechos de corrupción. En su intervención en la plenaria de la Cumbre, Maduro reveló que «le he enviado (a Obama, que ya no estaba en la sala) varios mensajes y no me responden». Al no estar convenida oficialmente ninguna entrevista bilateral, recurrió entonces a la caza de Obama y, como reportaron las agencias de noticias EFE y AP, lo encontró «en un pasillo del centro de Convenciones donde se celebra la Cumbre de Panamá y entablaron una conversación a través de sus intérpretes». Esa versión la confirmó el propio Maduro al declarar que «nos dimos la mano, iba con mi mano y de pronto ví la mano de él y se la tomé» (El Universal web,11-4-15,a las 9,17 pm). O sea que fue un encuentro «de pasillo», y no «en un salón anexo a la plenaria de la Cumbre», como informó el equipo de prensa de Miraflores. Lo mismo se ratifica en un comunicado de la Casa Blanca: «el presidente Obama y el presidente Maduro tuvieron una breve conversación tras bastidores de la sesión plenaria de la Cumbre en momentos en que el presidente se marchaba de la Cumbre» (El Nacional web,11-4-15, a las 7,57 pm).
Más allá de la anécdota de lo ocurrido, que es una vergüenza para cualquier gobernante, Maduro, en su discurso de la plenaria del 11 de abril, demandó nuevamente la derogatoria del decreto del 9 de marzo, desmontar la supuesta maquinaria de guerra psicológica que habría en la Embajada de EEUU, medidas legales contra los conspiradores que en Miami estarían planeando su asesinato, y exigió respeto a la soberanía de Venezuela, que olvida a la hora de defender el Esequibo.
¿Resultados de la Cumbre? Apenas concluyó esta, EEUU volvió a decir que mantendrá el decreto del 9 de marzo y que lo de la «amenaza a la seguridad» fue sólo un simple trámite legal para poder aplicar las sanciones a los funcionarios que Maduro defendió apasionadamente en la plenaria. Y, por su parte, el gobierno chavista, mientras la Cuba de los Castro se acerca a EEUU, seguirá entonando su letanía antiimperialista y patriotera.
La procesión continúa.