¿Qué nos pasó a los venezolanos?
Concluyeron cuatro meses de protestas con un saldo doloroso de 135 muertos, alrededor de 15 mil heridos y más de 5 mil detenidos, según las cifras que manejan el Foro Penal Venezolano y la Unidad Democrática.
A pesar de que las protestas callejeras al parecer llegaron a su fin, ningún hecho parece indicar que las próximas semanas serán distintas, todo lo contrario el futuro inmediato podría ser más complicado.
La inflación sigue disparada, faltan medicinas, alimentos, la mendicidad sigue en aumento, así como la inseguridad. Estos y otros problemas no se transforman con cada una de las declaraciones, pronunciamientos o las imposiciones de cada uno de los bandos. La realidad sigue allí, en cada persona que come de la basura, en cada enfermo que pide una medicina, en cada niño que muere por desnutrición, en cada hogar donde las cabezas no duermen pensando cómo harán para mantener a flote la familia, los estudios, la vida, esa que pareciera se perdió en pelear y en desconocernos como venezolanos.
Ninguno de los grupos en pugna cede en sus pretensiones y cada día lucen más perdidos, porque no se sigue la ley ni se retoman las riendas de la democracia. Por un lado el Gobierno avanza con su agenda basada en la Asamblea Nacional Constituyente, por el otro, la oposición defiende los pocos espacios democráticos que le quedan y se apega al movimiento internacional como la última salvación y única salida posible. En el medio está el venezolano de a pie, tal cual como los hijos cuando los padres se divorcian, y son quienes llevan la peor parte.
Se leen miles de informaciones a través de las redes sociales, se ven a través de ellas imágenes y videos llenos de sentimientos negativos y cargados de mucho dolor, lo que nos indica que es el momento preciso para preguntarnos: ¿Qué nos pasó como venezolanos? ¿Cuándo perdimos el ser solidarios y a reconocernos como hermanos? ¿Qué somos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuál es el punto medio?
Es hora de aferrarnos como nunca a nuestra esencia democrática, a la esperanza que siempre nos ha caracterizado durante las adversidades, a nuestro espíritu incansable de luchar por la libertad y a Dios para quienes creen en él.