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Putin y el nuevo Rasputin del Siglo XXI

El caso del ex espía ruso Sergei Skrypal – odiado por los actuales servicios de inteligencia herederos de la KGB- y el envenenamiento de su hija Yulia, fueron ocasionados con un producto  neurotoxico denominado Novichok, que es una sustancia química mortal que aparentemente solo se produce en Rusia. La desconfianza del Gobierno Británico se evidenció  al responsabilizar a Rusia y expulsar a 23 de sus diplomáticos acreditados en Londres. El Presidente Putin ordenó de inmediato una  medida similar al aplicar la reciprocidad y expulsar a su vez a 23 diplomáticos ingleses, lo que ha hecho que varios analistas políticos destaquen que se está dando inicio a una etapa de enfrentamientos similar a la Guerra Fría entre Este y Occidente, etapa que creíamos superada con la disolución de la URSS como consecuencia de los cambios producidos por la Glásnost y la Perestroika

No es la primera vez que el escándalo del envenenamiento de ex espías se ha producido en suelo británico, porque ya en el 2005 hubo un episodio similar ocasionado por el asesinato del ex espía Alexander Livtinenko, que generó tensiones similares en aquel momento.

Pero la diferencia es que esta vez, el escándalo del ex espía Skrypal se irradio a otros países aliados de Londres, quienes mostraron su solidaridad con  la Primera Ministro May al adoptar medidas similares repitiendo en sus países la decisión de expulsar a diplomáticos, cuya suma supera a un centenar de diplomáticos eslavos producida en 22 países, entre los cuales el Gobierno del Presidente Trump está a la cabeza con la expulsión de 60 diplomáticos rusos.

Se trata sin dudas de la acción colectiva más fuerte que se hayan adoptado en el ámbito diplomático multilateral en toda la historia, y las consecuencias pueden ser graves porque el Kremlin acusa estas medidas como una provocación de occidente y niega su responsabilidad, además de amenazar con adoptar represalias. Estas medidas de patriotismo ruso al enfrentarse al Mundo no le son totalmente adversas en su país al atraer simpatías nacionalistas para proyectar en la figura de Putin la grandeza de la Rusia de los Zares junto a la extensión de la Rusia Sovietica de la Hoz y el Martillo. Pero esta tentación de volver a ser una Superpotencia, es grave porque genera un desequilibrio para la estabilidad planetaria y nos remonta a leyendas de envenenamientos anteriores contra los enemigos del Poder. Ello ya ocurrió con las desapariciones y purgas en la época de Stalin y también en la etapa pre-revolucionaria. Como olvidar que hace un poco más de un siglo, se produjo el envenenamiento del influyente Monge Grigori Rasputin, protegido por la Zarina pero odiado por la Corte? Su asesinato fue realizado con pasteles y vinos repletos de cianuro de potasio, pero ante la fortaleza del religioso Siberiano, tuvieron que adoptar otras medidas complementarias perpetradas por prominentes miembros de la Corte del Zar disparándole en la cabeza para luego deshacerse de su cuerpo lanzadolo a las frías aguas del Río Neva. Hoy la atención del mundo está puesta en esperar que el nuevo Rasputin logre sobrevivir y que estas medidas que atraviesan invisiblemente los Urales sea descartada y prohibida tal como obligan los Acuerdos Internacionales.

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