Puro descaro
Hay gente que es cínica, y hace falta una cierta inteligencia para eso. Pero hay otros, también de mala fe, que no son cínicos sino descarados. Es decir crasos, acaso con no muchas luces en las entendederas, pero sí capaces de decir y proceder de manera absolutamente descarada: sin respeto por los demás ni tampoco por sí mismos.
Todo ello viene a cuento porque algunos voceros del oficialismo alegan que no deben realizarse las elecciones regionales, porque son muy costosas, y el dinero debe destinarse al abastecimiento de alimentos… Son varios los que andan planteando eso, lo que significa que no es una iniciativa particular o una ocurrencia personal, sino muy probablemente una decisión política que están tanteando para luego anunciarla con más formalidad.
Curioso, pero no alegaron lo mismo cuando se realizó la deslucida y muy costosa «Cumbre del Movimiento de Países No-alineados», que según estimaciones parlamentarias costó varias decenas de millones de dólares. Tal «Cumbre» sólo sirvió como una plataforma de propaganda para un régimen que ha sumido al país en una crisis catastrófica.
Porque aquí el perro se muerde la cola. Hay una grave escasez de alimentos básicos, porque la hegemonía depredó los cuantiosos recursos de la bonanza petrolera y de paso acabó con gran parte de la producción nacional. Y entonces alegan que lo “poquito que queda” es para comprar alimentos y no para costear elecciones regionales. ¡Descaro mayúsculo!
Pero las elecciones regionales, además de ser una obligación constitucional, tienen el propósito de manifestar las escogencias políticas del pueblo venezolano, uno de sus principales derechos humanos. De manera pues que se trata de un alegato absurdo. Y claro, nadie se sorprende porque Venezuela está inmersa, desde hace años, en la dimensión de lo absurdo.
Pero de lo absurdo malo, lo que causa perjuicio, y quizá en algunos aspectos, un perjuicio irreversible, o en todo caso sumamente difícil de revertir. Uno de éstos, aparte de la corrupción masiva, es el de asumir las cosas con un descaro natural o prácticamente espontaneo. Con total desprecio por la verdad, o siquiera por el sentido común. Es lo que ha venido pasando, por ejemplo, con la solicitud del referendo revocatorio.
Eso es terrible que pase en un país, porque lo bueno se transmuta en malo y lo malo en peor. Y eso es lo que acontece con la hegemonía roja y algunos de sus voceros que tratan de justificar que no haya elecciones o referendos efectivos, porque están temerosos que las vayan a perder por la calle del medio.