Pugna en la OEA
Lo que viene aconteciendo en la Reunión de Consulta de Cancilleres de la OEA, no ha debido ser sorpresa para nadie, a menos que sea demasiado ingenuo o ignore las verdaderas posibilidades del organismo hemisférico.
Se ha repetido hasta la saciedad, que la solución a nuestro problema tiene que surgir de nuestro propio seno y no es bueno esperar milagros de organismos intergubernamentales, menos aun de los que tienen poca mordiente y la poca que tiene, todavía no se ha activado.
De todas maneras, es importante su constante accionar para mantener nuestro caso sobre el tapete de la opinión pública internacional.
La propia normativa de la OEA a veces entraba la toma de decisiones, pues la opinión favorable de veinte estados miembros, mayoría claramente importante por muchas razones, no ha sido suficiente, hasta ahora, para generar una decisión en la suspendida Reunión de Consulta; en tales circunstancias, las maniobras del régimen chavistoide se simplifican, pues se limitan a consolidar una minoría bloqueadora.
No abogo, en modo alguno, por votos ponderados en ninguna parte, pero un vistazo a la reciente votación, permite observar las características de los países que impiden o propician una decisión sobre el caso.
Por un lado, tenemos unos regímenes totalitarios similares al nuestro (exceptuando alguno que se abstiene y mantiene haciendo propuestas banales, para conservar su tajada) y un conjunto de países con tradiciones culturales y políticas distintas, las cuales le dificultan captar (a veces adrede) la problemática venezolana en toda su catastrófica dimensión; pero todos, unos más que otros, son sensibles a los argumentos pecuniarios, quizás con una o dos excepciones.
Por otra parte, tenemos un grupo de veinte países que, con los diferentes matices del caso, nadie puede negar que sea más representativo de la realidad de nuestro hemisferio y al cual el pueblo venezolano debe agradecer sus tesoneros esfuerzos.
A la luz de los resultados, no podemos permitirnos reacciones emocionales o declaraciones destempladas contra aquellos que han votado en contra o se han abstenido.
Corresponde analizar fría y serenamente las causas, a veces hasta procedimentales, que hayan podido llevarlos a asumir tales posiciones y tratar de sumarlos a nuestra causa.
Habría que recordarles que su interés, verdadero y permanente, debiera estar con quienes demostraron acendrado espíritu de cooperación, sin imposiciones denigrantes, al concebir y poner en marcha los programas de asistencia al Caribe, incluyendo la facilidad petrolera, los cuales seguramente irán languideciendo hasta extinguirse, de continuar el actual desmadre.
El régimen chavistoide se encuentra ciertamente en la picota y una decisión de la OEA, lo forzaría a evidenciar, aún más, su talante dictatorial. Pero el gobierno, los asesores cubanos y sus miembros de origen sirio, también saben que quienes pretenden resolver la situación vía organismos, son panglosianos persiguiendo espejismos y que prolongar la pugna produce tiempo (que juega a su favor) y pocos resultados concretos.
En verdad, las organizaciones internacionales, gubernamentales o no, pueden contribuir con nosotros a solucionar nuestro problema, pero no sustituir nuestros esfuerzos.
La mejor manera de ayudarlas en su cometido, es redoblar nuestro empeño para retornar a la democracia, convencidos que nadie, por mucho que lo quiera, va a sacar por nosotros las castañas del fuego.