¿Por Qué Sigo Teniendo Esperanza? (3)
A veces, cuando despierto…Otras cuando vengo de regreso de la oficina…Otras, cuando estoy en alguna oficina con vista hacia el Norte…Cada vez que tengo la oportunidad… Simplemente tengo que parar…Tengo que detenerme para observar…apreciar…agradecer…disfrutar…y reconciliarme con todo lo que está a mi alrededor…
Me deleito admirando esa maravillosa montaña que siempre está ahí…Llueva, truene o relampaguee…Ella siempre está ahí…
Siempre está serena…Habiendo visto todo lo que ha visto… Allí está… Majestuosa e imponente…
Ha sido vejada…Ha sido quemada…Ha sido maltratada…Y a pesar de eso se mantiene serena…Y esa serenidad es contagiosa… Le han cambiado el nombre…La han usado para fines criminales…Y aún así, allí está, desplegando su belleza…
Es una bendición para quienes vivimos aquí y para quienes están de paso…Si te detienes a observarla en detalle podrás apreciar varias cascadas…Las diferentes tonalidades de verde…Los cambios que produce la luz en su fachada…Las nubes que a veces la circundan y cambian su apariencia…El hotel Humboldt…Los diversos picos, a los cuales podemos ascender…Los senderos que los montañistas e incluso los primerizos recorren para maravillarse con las mariposas de alas transparentes, con los colibríes, con las plantas cuyas hojas se cierran al tocarlas, con los paisajes incomparables…Quienes han tenido la oportunidad de admirarla la llevan en su corazón plasmada…Y quienes han salido del país, si pueden, se llevan un cuadro, un afiche, una pintura…algo que puedan poner en el lugar donde vivan con la imagen de nuestra montaña, mientras añoran la calidez del hogar…
Pintores como Manuel Cabré, Pedro Ángel González, Rafael Monasterios, Adrián Pujol, Arecio Moncada, entre muchos otros… han logrado captar su misterio y su grandeza…
Y yo…¿Quién soy yo para tener la dicha de tener tan cerca y poder admirar diariamente esa increíble demostración de la fuerza de la creación?…Una simple mortal…Eso soy…Una simple mortal que, reconociendo su humanidad, logra elevarse por encima de la cotidianidad, de la maldad, de la iniquidad y de tantos otros sentimientos mundanos, para impregnarme de esa montaña que nos orienta inmediatamente, cual brújula divina…
Y porque ella sigue allí a pesar de todo lo que ha visto y a pesar de todo lo que ha experimentado, con toda la sabiduría que deviene de milenios…Por esa y tantas otras razones, sigo teniendo esperanza…