Política y truculencia
Meses atrás, El País de Madrid publicó un extracto de la obra de Dominique Moïsi, “’Geopolítica de las series”. Está de más decir que el título no llegará por años a nuestras costas, excepto sea liberado en algún formato digital y, por supuesto, exista todavía interconectividad en Venezuela.
Ventilando seriales muy cotizados por una vasta audiencia, contrasta – por ejemplo – “‘House of Cards”, creada por Beau Willimon (2013) y “Game of Thrones” de David Benioff (2011). El poder y sus más encarnizados y confidenciales escenarios de lucha, sabe de versiones que tensan el arco de la moral, disparando a sus peores y mejores extremos.
En una ocasión, compartimos con jóvenes universitarios un interesante foro sobre nuestras realidades políticas y, lo que entendemos, el proyecto histórico que merecen. Suele ocurrir, al concluir, entre los pocos refrigerios disponibles, dos o tres personas que formularon preguntas muy interesantes, cuestionando a Jacques Maritain que, entre otros, citamos en medio del debate, nos sorprendieron, pues, estaban harto convencidos que Frank Underwood, protagonista de “House …”, encarnaba por excelencia el propósito y el oficio mismo de la política.
Después de otra pequeña deliberación, alrededor de un café, por entonces, ya costoso, nos quedó una profunda preocupación, ora porque no fue tan eficaz – como presumimos – nuestra intervención, ora porque hay un discurso público de buena pulitura que no se compadece siquiera con la estética del que privada o personalísimamente se cultiva. Yerro aparte, creyendo a Maquiavelo como predicador de aquello del fin que justifica los medios, la convicción a la postre legitima o dice legitimar, por colocar un caso, la hambruna venezolana que hoy sustenta al poder establecido y a sus privilegiados.
Recientemente, conversando con un amigo de muchos años, Clemente Bolívar, retomamos un tema propicio para el ocio alternativo y creador, como es el de la versión histórica de Américo de Castro, quien – antaño – polemizó con Claudio Sánchez Albornoz en torno a los orígenes de España. Añadido el encargo de un ejemplar de la más reciente re-edición que enviará el hijo de Clemente de la obra de don Américo, cuyo PDF es de difícil lectura, retomamos los capítulos de la serie televisiva “Isabel”, creada por Javier Olivares (2012) para la televisión española, con un número importante de capítulos que aún circulan en las redes, pues, el portal de TVE – sencillamente – no está disponible en nuestro país para verla, como lo logramos tiempo atrás en forma ordenada y ricamente comentada.
El desarrollo e interpretación del juego político de “Isabel”, la reina que supo del milagroso hallazgo de las Indias Occidentales, en los tiempos de la llamada reconquista y unificación peninsular, está más cerca de Maquiavelo que las series anglosajonas ya citadas. Cuenta con muchos detalles que, igualmente, nos interpelan respecto al extraordinario cambio geopolítico de Europa medioeval, mostrando las infinitas diligencias políticas que no perdieron su sentido, por benignas o crueles que fuesen.
Nos antojamos, la serie española arroja más y mejores lecciones, distintas a la diabólica truculencia que, por cierto, es muy propia del engranaje cultural de las roscas mafiosas que impulsan y se benefician del socialismo de las demoliciones en Venezuela, aun involuntariamente, desde las aceras que se suponen ajenas. Quizá es demasiado temprano para una versión literaria, cinematográfica o televisiva, que dibujen nuestras circunstancias actuales, aunque ya hemos debido saber de asomos que acierten en un (auto) retrato que sólo las libertades culturales pueden parir.