Política sin coherencia es oportunismo
En el pasado, la crítica hecha a los partidos políticos ha sido que han dejado de lado la ideología y se han sumido a un pragmatismo fundamentado en la máxima de Maquiavelo: «el fin justifica los medios».
En la medida en que los partidos se han ido desdibujando para convertirse en simples maquinarias para alcanzar el poder, muchos jóvenes han desertado de la arena política porque no reconocen en ellos el propósito fundamental de contribuir al bien común.
Sin embargo, eso ha ido cambiando en nuestro país a partir de inicios del siglo XXI, cuando, ante la deriva anti democrática que se estaba instaurando, muchos jóvenes universitarios decidieron que era hora de iniciarse en la política, pero con el objetivo de rescatar los valores perdidos y contribuir a la creación de una sociedad más justa, más inclusiva y solidaria. En eso, esa generación presenta algunos rasgos comunes con la del 28, por lo menos en lo que al idealismo se refiere.
Hoy el país está en crisis, no sólo económica y social, sino también moral y política. Pero, lamentablemente, aún perduran algunos de los peores vicios que condujeron a la caída de la democracia representativa: la corrupción y la prevaricación, agravándose stos con el uso sistemático de la manipulación informativa, los procesos electorales fraudulentos, la destruccion de las instituciones y la enorme impunidad.
Frente a estas circunstancias se requiere trabajar en la construcción de un frente político amplio, que elabore soluciones consensuadas para sacar al país del marasmo en el que se encuentra, y deje de lado la vieja política oportunista de buscar el poder como un medio para alcanzar su propio provecho, y retornar a la política como un fin que persiga solucionar los inmensos problemas de la sociedad venezolana.
Esperamos que en un futuro no muy lejano los hechos recientes queden como un mal ejemplo de la mal entendida viveza o picardía criolla.