Penurias del maestro venezolano
A Olga Isabel Ramos Suarez, con gratitud por su entrega en la lucha , contra la tiranía y por la reimplantación de la democracia.
En Alemania, los maestros tienen los más altos sueldos de la administración pública, de allí que en uno de los múltiples agasajos ofrecidos a la Profesora Ángela Merkel, al retirarse del Bundestag (Parlamento) y dejar de ser Canciller (Primer Ministro) de la República Federal, un periodista, haciéndose eco de la exigencia que, con insistencia, hacían médicos, jueces e ingenieros para que se les nivelara el sueldo con el de los maestros, le preguntó sobre la razón de la negativa a satisfacer las aspiraciones de tan importantes profesionales. La respuesta, sin titubear, fue corta, sencilla y precisa: “Porque ellos nos enseñaron y sin ellos no estuviéramos aquí”. Debió parecerle inaceptable la “parejería” el querer ser remunerados con sueldos iguales al de sus maestros.
En Venezuela, los maestros no han recibido el trato, la distinción ni el salario que bien merecen y se ganan todos los días. Sólo en los pocos períodos de gobiernos democráticos y con mayor precisión, en el de los generales Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita (1936-1945) y, con mayor decisión y compromiso, el de la Juna Revolucionaria de Gobierno, presidida por Rómulo Betancourt (1945-1948) y el cortísimo gobierno de Rómulo Gallegos (1948-1948) derrocado por el golpe militar del 24 de noviembre de 1948. Sin embargo, debo decirlo, la dictadura no detuvo el avance de la educación, se limitó a moderar la velocidad inicial.
Los gobiernos democráticos que se sucedieron en 40 años, se propusieron elevar al nivel correspondiente las asignaciones presupuestarias, destinadas al mejoramiento de la educación, desde el pre-escolar hasta la universitaria en sus distintas disciplinas. Acorde con el propósito de elevar los niveles y, por aproximaciones sucesivas, alcanzar altas metas comparables con los estándares mundiales, se programaron y ejecutaron cursos de mejoramiento profesional para los educadores de todos los niveles, así como estudios de posgrados, dentro y fuera del país. Por supuesto, que a la par de tal envión hacia el infinito, se elevaron los sueldos, en concordancia con el escalafón diseñado al efecto.
Hoy, los conocimientos que adquirieron, con su vocación, esfuerzo y voluntad para la superación están siendo aprovechados por otros países, que reconocen la superior calidad profesional de quienes emigraron, empujados a la dispersión por el gobierno del Socialcomunismo del siglo XXI que, no conforme con haberles arrebatado el nivel de vida decente, cuando reclaman sus derechos los reprime con la violencia de gases asfixiantes, chorros de agua con alta presión, disparos de perdigones y, el histórico plan de machete, seguido del encarcelamiento en algún inmundo calabozo, sin fórmula de juicio.
Creímos que la acción cívico-militar que en 1958 derrocó al general Marcos Pérez Jiménez, había exorcizado el demonio golpista apoderado del cuerpo y alma de la familia militar. Vana ilusión. 40 años después emergió el monstruo desde la profundidad cavernaria y aquí estamos, sufriendo penalidades por delitos que no cometimos y mirando, con intenso dolor, como una caterva de bandoleros, ladrones y genocidas, han tirado a Venezuela por el desbarrancadero de la miseria, que requerirá de muchos años comenzar a superarla, tanto más cuanto que el pilar fundamental para el desarrollo no está presente.
El maestro, ese ser consustanciado integralmente con la vocación y ejercicio de la docencia, “el que nos enseña” como bien afirmó la Profesora Ángela Merkel; ese pilar del desarrollo maltratado por el gobierno, tiene que ser y será rescatado por la democracia del lugar donde haya podido detener sus pasos por el pedregoso camino de la diáspora, provocada por el gobierno Socialcomunista del siglo XXI.