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Pdvsa: de Alfonzo Ravard a la destrucción

La primera directiva de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), presidida por Rafael Alfonzo Ravard, asumió el control de la recién estatizada actividad en 1976. ¿Cómo estaba en ese entonces la situación de nuestra industria petrolera? ¿Cómo fue el comportamiento de esa actividad después del cambio de accionista? ¿Cuál es el balance actual? Hoy, al cumplirse un año más de la desaparición física del citado presidente-fundador, este escribidor de cuartillas se permite hacer un reconocimiento a quienes construyeron la empresa.

En 1971, se aprobó la ley mediante la cual todos los activos de las petroleras extranjeras debían pasar a la nación en 1983. ¿Qué hicieron estas compañías ante esta realidad? Lógicamente, redujeron las inversiones y gastos de mantenimiento. Acertadamente, la reacción del gobierno fue adelantar la estatización. ¿Fue una decisión acertada? Ante un hecho consumado, lo que procede es evaluar los resultados y discutir el futuro.

La máxima producción de Venezuela fue de 3.705.000 barriles por día (b/d) en el año 1970. De allí en adelante empezó a descender. En 1975, último año de las transnacionales, fue de 2.346.000 b/d. Este nivel de producción siguió descendiendo, hasta un mínimo de 1.684.000 b/d en 1985. Gradualmente aumentó hasta ubicarse en 3.342.000 b/d en el 2001, la cifra más alta alcanzada por Pdvsa antes del paro cívico de diciembre 2002 y de los despidos masivos de los trabajadores. En el 2021, la producción fue de solo 656.000 b/d. Desde luego, las cifras anteriores indican una tendencia. Hay que considerar los recortes acordados en la Opep y la política equivocada de nuestros gobiernos de favorecer precios altos sacrificando producción.

Se creó el instituto de investigación (Intevep), el centro de educación (Cied), Palmaven como filial para establecer una relación armónica con el medio rural. También las filiales, Deltaven, para la distribución de combustibles y lubricantes, Pdv Marina, Pdvsa Gas y se incorporó la petroquímica después de corregir distorsiones (Pequiven).

Se desarrolló la orimulsión, producto apropiado para la generación eléctrica y que tenía convenios de suministro con varios países. Se adquirió participación parcial o total en ocho refinerías en Europa, nueve en Estados Unidos y una arrendada en Curazao, correspondiendo a Pdvsa una capacidad de procesamiento de 1.570.000 b/d. Es decir, se adquirió mercado con miras al futuro.

Considerando que Pdvsa no podía disponer de suficientes recursos para invertir en producción en campos que no eran prioritarios, se aprobaron convenios operativos en los cuales empresas privadas invertían, extraían petróleo y lo entregaban a Pdvsa, que pagaba los costos y un estipendio por barril producido. También, cuatro asociaciones estratégicas para extraer y mejorar nuestros crudos pesado de la Faja del Orinoco.

La mayoría de las críticas a Pdvsa fueron por razones políticas. Se divulgó que era un Estado dentro del Estado, una “caja negra”, que sus trabajadores tenían remuneraciones exorbitantes y que sus directores y presidentes de filiales tenían aviones a su disposición. También, que en viajes al exterior se aceptaban pasajeros que no iban a negocios relacionados con la empresa. Otra crítica era que los empleados de Pdvsa y filiales eran prepotentes. Por último, se creó la matriz de opinión de que la empresa se olvidaba de su responsabilidad social con las comunidades.

La realidad es que la empresa sometía a consideración y aprobación del ministerio de Energía y Minas, como representante del accionista, los planes, presupuestos y resultados, atendía las interpelaciones en el Congreso y publicaba puntualmente su informe anual con resultados operacionales y financieros. La Contraloría General de la República tenía una oficina delegada en la empresa, además de las auditorías externas y por la propia Pdvsa.

Las remuneraciones estaban dentro del 75 percentil de las mejores empresas venezolanas. Es cierto que quienes ocupaban los cargos citados podían disfrutar de aviones para viajes nacionales, pero con uso limitado. Sí se dieron casos de permitir algunos pasajeros ajenos a la empresa cuando había puestos vacíos. Como en todas partes, había personas sin vocación de servicio. Hubo casos de corrupción, detectados por la empresa y con el consecuente despido.

La Pdvsa meritocrática realizó muchos programas con las comunidades. En los informes hay información parcial sobre esas actividades. Próximamente publicaremos un libro sobre este tema. Por cierto, Pdvsa borró de los archivos de su página web los informes de esta etapa y desde el 2016 no presenta la gestión de las directivas que destruyeron la empresa.

La etapa meritocrática finalizó en febrero 1999. Una contribución importante fue impedir la injerencia de la política partidista y respetar la meritocracia, con alguna que otra falla. Después vino una transición hasta el 2002, con Roberto Mandini como presidente por solo seis meses, por lo que solo cabe señalar que cometió el error de obligar a jubilar a algunos ejecutivos. Gastón Parra duró dos meses, su nefasta actuación y la presión de los trabajadores obligaron a destituirlo.

Los venezolanos debemos agradecer la labor realizada por los presidentes Rafael Alfonzo Ravard, Humberto Calderón Berti, Brígido Natera, Juan Chacín, Andrés Sosa Pietri, Gustavo Roosen, Luis Giusti y Guaicaipuro Lameda. También a los directores de la casa matriz, presidentes y directores de las filiales. Así como a los casi 23.000 trabajadores que perdieron su carrera por defender principios y valores. Un especial reconocimiento a Alberto Quiros Corradi, Guillermo Rodríguez Eraso, y a Gustavo Coronel, quien sigue luchando por la democracia.

La destrucción la inició Ciavaldini, por instrucciones del presidente Chávez, Alí Rodríguez Araque y Rafael Ramírez la hicieron irreversible. También son responsables Eulogio del Pino, Nelson Martínez, Manuel Quevedo y Asdrúbal Chávez.

Como (había) en botica

  • Todos tenemos que defender el derecho a votar de los venezolanos en el exterior.
  • Lamentamos los fallecimientos de Waldina Sánchez de Uribarrí, Antonio Mata Flores y Jancy Hernández, compañeros de Gente del Petróleo y de Unapetrol.
  • ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

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