Pdvsa da asco
Todo el mundo posee una escala de lo despreciable, que va desde lo que nos disgusta un poco hasta lo que nos parece claramente repugnante, incluso difícilmente soportable.
Droit
A finales de los años 80, el entonces Presidente de la República, Carlos Andrés Pérez, solicitó la ayuda de PDVSA a fin de apoyar técnicamente la reestructuración del Instituto de Capacitación Nacional Educativa. Para este proyecto se designó como nuevo Presidente del INCE al Dr. Héctor Riquezes, a la sazón Director de RRHH de la casa matriz. – Excelente gerente y mejor amigo – quien me llamo en Navidades a casa para que lo acompañará como una especie de asistente a la Presidencia, y lo asesorará con el fin de elaborar una lista de asuntos clave a enfrentar y tener algunos éxitos tempranos y de impacto.
Confieso que la situación era realmente caótica: personal desmotivado y mal pagado, excesiva centralización, infraestructura física deplorable, programas sin ejecutar, una deuda inmensa de las empresas que no hacían su aporte al INCE, y una particular y trágica realidad, los empresarios – con el fin de que sus máquinas y equipos no sufriesen daños por parte de un personal inexperto – convirtieron una obligación de hacer por otra de dar, es decir, en vez de enseñar a los artesanos se efectuaba un pago sustitutivo (ilegal por lo demás) para salvar su responsabilidad social en materia de aprendizaje, que por supuesto tampoco engrosaban a la tesorera del INCE, y todos contentos, menos el país y sus generaciones artesanales de relevo.
Recuerdo que al par de días, Riquezes me llamó a su oficina y me preguntó: ¿Por dónde empezamos?, le contesté: Tratando bien a la gente, limpiando los baños, colocando jabón, papel higiénico y toallines de papel, pintando las puertas de los sanitarios para eliminar las groserías escritas, los falos pintados, las vulvas sugerentes y los justificados reclamos de uno que otro descontento. Dicho y hecho, una semana después la gente comentaba el cambio que se venía dando. Después de resolver las urgencias nos dedicamos a lo importante.
Ayer fui a PDVSA a realizar unas gestiones en la muy eficiente Oficina de Atención al Jubilado, antes tuve que preguntar dónde estaba ahora el baño de Caballeros, ya que no había señalización ni letrero alguno. Ingresé al baño y mi estupefacción fue mayúscula: mal olor a orín y excrementos; las pocetas sucias, el papel sanitario usado – me imagino que llevado por los empleados, porque en el recinto como en todo el país no había- tirado en el suelo exhibiendo sin pudor las heces de los camaradas socialistas, los dispensadores de papel vacíos y destartalados, y uno que otro pañuelo sucio y manchado de marrón tirado en el piso, como seña inequívoca de necesidad imperiosa y urgente. No me imagino cómo estará el baño de Damas, quienes además de orinar y defecar, menstrúan.
Compatriotos y Compatriotas, Camararados y Camaradas del Proceso: una Patria Querida presupone también baños limpios y dignos, más en tiempos de permanente guerra, recordemos lo expresado por Tsunetono Yamamoto, al momento de ofrendar la vida por el Comandante Supremo se debe tener en cuenta que: “Uno puede ser llamado en cualquier momento a librar una dura batalla; si se muere habiendo descuidado su pulcritud, se da muestra de una relajación general de las buenas costumbres y uno se expone al desprecio y al descuido del adversario. Esta es la razón por la cual los viejos y jóvenes Samuráis han aportado siempre un gran cuidado en su presentación.”