Pasó la página del Referéndum. ¿Y ahora qué?
En la descripción del contenido histórico de la Venezuela contemporánea, se siguen «levantando» los textos. Sin embargo, las páginas y el tiempo que transcurren continúan siendo insuficientes para descifrar el enigma de lo que ha acontecido. Asimismo, acerca de cómo se pudiera estructurar la solución, especialmente de la grave tragedia en la que se ha convertido el sufrimiento general venezolano; además de cuál es el costo generacional imputable a la ciudadanía, sin que sus integrantes de hoy y futuras deban pasar por cuantificaciones adicionales de sus diversas condiciones sociales.
¿Qué hacer, entonces?. Por lo pronto, y ante el conocimiento de su desempeño durante los últimos años, el peso del reclamo histórico recae sobre las distintas expresiones opositoras organizadas del país. Y el reclamo emerge a partir de la convicción de que dichas cúpulas contaban con un respaldo ciudadano mayoritario para actuar e imponer comportamientos que parecían imposibles. Pero no pudieron hacerlo, al no corregir y tomar las riendas que la nación demandaba, como era la alternativa excepcional para encausar positivamente el futuro del país.
Para poder alcanzar el objetivo descrito, deberían hacerlo a partir de una capitalización de las condiciones apropiadas, además de las opciones que proyectaba el gran espacio geográfico que traducía la Venezuela de entonces y que, según muchos, lo tenía todo, menos la paz, el progreso y el bienestar que debería alcanzarse, como expresión de lo que, en gran parte, se traducía en futuro a la vista.
Definitivamente, no es poca cosa a lo que los venezolanos se han tenido que enfrentar, después de haber transcurrido casi cinco lustros de la llamada revolución bolivariana. Han abundando los discursos, la falsa construcción de una transformación que no ha sido tal, si bien el llamado «gran trabajo» que ha estado a cargo del Comunismo pernicioso, de las mafias del narcotráfico, de las guerrillas organizadas y provenientes de países vecinos, además de la negativa intromisión e influencias interesadas de otros países y de las ambiciones personales de gran parte de los dirigentes de ciertas ideologías emergentes, se han ocupado de afianzar las deformaciones propias del denominado «neodelitismo» concebido para que todos los comprometidos «reciban lo suyo, ante el trabajo desempeñado».
Esta ensalada de factores, de una u otra forma, con conocimientos o sin ellos, con complicidad, han permitido el saqueo, la destrucción y el sometimiento de las mayorías. Tales mayorías son las llamadas pueblo, soberano, o, según el lugar del tratamiento de los comportamientos y del análisis, y que algunas veces también han recibido la denominación de ciudadanos que conforman la fuerza de gran peso de la población nacional.
Ante dicha realidad, lo insólito de todo lo descrito es que la solución siempre ha estado a la vista, pero no se le ha querido ver. Es lo mismo que ha estado resumido en una frase expresada hace muchos años y traducida en todas las lenguas, mientras se le califica como el resabio más valioso y que dice: en español, «EN LA UNIÓN ESTÁ LA FUERZA»; en Neerlandés, «EENDRACHT MAAKT»; en francés, «L’UNION FAIT LA FORCE»; en inglés, «UNITY MAKES THE STRENGTH», entre otros idiomas.
En cuanto a lo que sucede en el caso venezolano, al igual que en el de todos los pueblos oprimidos, el Soberano es invariablemente la expresión de la mayoría, pero obligada a actuar ante una minoría que abusa del poder y de los recursos disponibles. Esta minoría, adicionalmente, controla el ejercicio del poder y de los recursos disponibles, a la vez que hace que se imponga con base en el uso del miedo, de la fuerza y de los controles. A la vez que lograr el desarrollo del empleo de los mecanismos funcionales para someter al llamado «Pueblo desorganizado,» logrando que pasen a convertirlo en una expresión social inconexa, engañada, inocente e incauta.
Las cúpulas opositoras o expresiones de resistencia en Venezuela, nunca han logrado conformar una verdadera unidad. Y en las ocasiones cuando lo han alcanzado, es verdad, han habido avances positivos. Sólo que después han sido contaminados por intereses grupales o personales, a la vez que los han convertido en una perniciosa división, cuyo resultado final ha pasado a ser la expresión fiel y real de perdedora de los avances logrados.
Hoy los partidos de oposición, entre los que figuran los llamados alacranes y los del régimen, en conjunto, no cuentan ni con un 15 % de respaldo de la población. Este claro rechazo popular ha provocado una deserción de líderes y de personajes valiosos de sus filas, distanciándose de esas organizaciones políticas desprestigiadas.
Pensando en el bien común, adicionalmente, se han dedicado a organizar y unir (EN LA UNIÓN ESTÁ LA FUERZA) a la mayoritaria Sociedad Civil venezolana para emprender otros caminos y soluciones. Ejemplo de ello, han sido los recientes procesos impulsados por la misma Sociedad Civil, y entre los que figura el «Referéndum Revocatorio» impulsado por la organización ciudadana «MOVER». Dicho Movimiento logró captar la atención del Soberano en un valioso esfuerzo nacional e internacional, además de protestas y de movilizaciones a todo nivel.
También lo están haciendo y logrando los integrantes del «CONGRESO REFUNDACIONAL», organización integrada por muchas personalidades y organizaciones civiles, además de gremiales, profesionales, jubilados, estudiantes, agroproductores y muchos más. La misma propone la unión de esa Sociedad Civil en pro de la REFUNDACION de la Nación, por intermedio de un proceso CONSTITUYENTE, tal y como lo propuso la Iglesia Católica, apoyándose en la Conferencia Episcopal.
Es innegable, y el comportamiento humano, a partir de dicha máxima, lo ha logrado con eficiencia y de manera ejemplar. Y se trata de que en la unión está la fuerza, además de que dicha expresión está en la Sociedad Civil integrada por la gran mayoría.
Por lo pronto, llegó la hora de despertar y de organizarse como un solo cuerpo. No se duda que dicha opción contaría con especialistas y el apoyo en todos los sectores de la sociedad, lo suficientemente organizada y funcional para emprender una reforma profunda y corregir tantas mañas, errores, favoritismos y corrupción. Además de que haría posible una verdadera descentralización, una autonomía, y además del desarrollo regional con ingresos y planes propios, como de reducir el presidencialismo, imponer la doble vuelta electoral, reinstalar la bicameralidad, y así, entre otras tantas reformas.
Eso es posible, sin duda alguna. Pero, para que se produzca dicha necesaria modificación, sólo la GRAN SOCIEDAD CIVIL UNIDA, y con un único objetivo por el medio que sea factible, logrará acumular los componentes de una verdadera fuerza y volumen para vencer a la minoría que pretende perpetuarse. De ahí que la meta siga siendo una sola: rescatar y refundar al país.
La verdadera y real mayoría no debe dejar ni permitir que una minoría se interponga en el camino del progreso y de la justicia. UNIÓN, UNIÓN Y MÁS UNIÓN: esa es la gran misión histórica que deben acometer los venezolanos.