Participar y derrotar el autoritarismo
La sociedad democrática venezolana tiene en presente año la extraordinaria oportunidad de propinarle un derrota al autoritarismo y al militarismo de Nicolás Maduro, ante el rotundo fracaso del llamado socialismo del siglo XXI, con lo cual se puede y se debe cambiar no sólo el sistema político, sino fundamentalmente el económico, que permita salir de la crisis que atraviesa el país en la actualidad y garantizar un mejor futuro en la conducción y el destino de la nación.
El triunfo de la oposición, sin los espejismos del “Maduro vete ya” que puede abrir caminos a un “Pinochetazo”, la sociedad democrática tiene que actuar con la clara conciencia de que Nicolás Maduro es derrotable por la vía electoral y que el posible intento desconocer la victoria de la oposición, le puede costar más caro que prepararse para finalizar su mandato en 2018.
La disidencia en importantes sectores que han venido apoyando las políticas del gobierno, no sólo son evidentes, sino que pueden adquirir una dinámica que los impulse hasta el rompimiento, si tomamos en cuenta la prepotencia, la soberbia, con que actúa el Jefe del Estado que se considera un heredero que puede llegar a ganar sin la compañía y solidaridad que le han prestado sus aliados hasta hoy. El Comandante en Jefe se puede equivocar si decide marchar solo, con las multitudes carnetizadas que lo proclamen y no le discuten.. Ninguno de los disidentes de hoy, aunque se proclaman chavistas, cree que Nicolás Maduro está en capacidad de superar la crisis que él mismo ha creado con sus políticas autoritarias y estatistas que han conducido a la liquidación del aparato productivo, con las consecuencias conocidas del desabastecimiento, la escasez, el hambre, la hiperinflación y la inseguridad de bienes y personas.
Si la oposición y la disidencia derrotaron las aspiraciones de Chávez de perpetuarse en el poder, en el referendo del 2 de diciembre de 2007, hoy con una oposición unida, con más experiencia política y una nueva disidencia, hay que votar para derrotar a Maduro y al totalitarismo, defender la propiedad privada al lado de la colectiva; restablecer la seguridad jurídica y la seguridad de las personas y de los bienes; impulsar el aparato productivo y un desarrollo sustentable que garantice trabajo a millones de desempleados y mejor calidad de vida; restablecer la institucionalidad de la Fuerza Armada Nacional y la soberanía popular desconocida por el heredero del ex tinto Comandante, promover una política internacional sensata, que represente el interés nacional y no de una parcialidad política..
En síntesis, votar es un ejercicio democrático que ha servido en el mundo civilizado para consolidar sociedades plurales, respetuosas de los derechos humanos y ciudadanos en general, y en algunos casos, como el nuestro, evitar la prolongación de una pesadilla provocada por el regreso de algunos dinosaurios. La globalización de la política y de la economía han creado nuevos tratados internacionales a favor de los derechos Humanos, contra la corrupción administrativa, el lavado de dinero y el narcotráfico, delitos en los que han caído varios altos colaboradores de Nicolás Maduro, que hoy son juzgados en tribunales que tienen competencia universal.
Todo parece indicar que es muy cuesta arriba que Maduro haga fraude en la elecciones presidenciales y soporte la protesta nacional y el cerco internacional, que profundice las sanciones. Amanecerá y veremos.