Parrillada socialista del siglo XXI
Lo importante no es lo que; se come, sino cómo se come.
Epicteto
Como resultado de la brutal guerra económica que el IMPERIO libra sin piedad y cotidianamente contra este país soberano, castro-madurista, ex chavista, revolucionario, anti sionista, rojo-rojito, y admirador del Putin y del sanguinario médico argentino de apellido Guevara, he decidido que – para evitar el innecesario canal humanitario propuesto por los crecientes enemigos de nuestra muy justa y humana revolución-, y paliar un poco la feliz y medicinal hambruna del venezolano no enchufado, se permite la realización de parrilladas socialistas y solidarias a lo largo y ancho del país.
A estos efectos, la tala y quema de todo árbol – ¡Al árbol no debemos solícito amor! -, rama, arbusto, brezal, matojo, bejuco, selva, arboleda, bosque, soto, monte o jungla que sirva para encender las brasas del fuego socialista liberador.
Se autoriza, en consecuencia, la realización de sendas parrilladas públicas y solidarias en todas las calles, plazas, senderos, callejones, escalinatas y avenidas de la Patria bonita y feliz, para asar lo que se pueda… sin ánimo excluyente se autoriza pues el siguiente menú socialista del siglo XXI.
- Perro callejero a la brasa, si es un can extraviado de alguna casa burguesa tanto mejor.
- Gato de cualquier raza o color cocinado a fuego lento.
- Pincho mixto de ratas y ratones.
- Alacranes rostizados.
- Colitas crujientes de roedor.
- Zamuro desplumado y deshuesado.
- Palomas y palomos a fuego arrebatado.
- Perezas sin uñas en su propio pelaje.
- Rabopelados recién paridos acompañados del amoroso rabopelado y su pareja.
- Frutos secos de cucaracha, bachaco y mosquito chamuscados.
- Cachicamo en su concha.
La Ministra de la Revolucionaria alimentación socialista del siglo XXI queda autorizada para incorporar nuevos ingredientes a estas parrilladas, pero como en Cuba está prohibido comer carne de vacuno, de res como se llamaba por acá.
En fin, con Luis Vélez de Guevara, quien no tiene nada que ver con el héroe bolivariano, recodemos que: La perfecta hora de comer es, para el rico, cuando tiene ganas; y para el pobre, cuando tiene qué.
YO, EL ROBUSTO GUASÓN