¿Para qué las primarias?
Los opositores que siempre han creído conveniente ir a votar durante los gobiernos chavo-maduristas, independientemente de las circunstancias y las condiciones electorales, están ahora interpretando que la decisión de la mayoría de los partidos y líderes de oposición de participar en unas elecciones primarias, les da la razón a posteriori. Las primarias tienen su razón de ser independientemente de si habrá o no condiciones mínimas para ir a votar en las presidenciales del 2024. En efecto, las “elecciones” presidenciales del 2018 y las parlamentarias del 2020 fueron tan “impresentables” que, no sólo la abstención fue inmensa, sino sobre todo fueron consideradas ilegítimas y desconocidas por la comunidad internacional democrática. No olvidemos que el apoyo de la comunidad internacional es absolutamente indispensable, aunque no suficiente, para la oposición. En cambio, en las elecciones regionales del 2021 la Unión Europea envió una Misión de Observación Electoral (MOE). Al respecto, el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores Josep Borrel declaró que la MOE era “un camino hacia elecciones creíbles, inclusivas y transparentes como resultado.» Por tanto, si fue sólo “un camino hacia”, la UE estaba reconociendo que en Venezuela no había elecciones creíbles, inclusivas y transparentes. La MOE no legitimó las elecciones, pero favoreció la participación. Por tanto, cada evento electoral tiene su propia circunstancia y así debe ser analizado. Las primarias además de elegir a un candidato y vocero unitario de la oposición pueden servir para movilizar y entusiasmar una oposición desmotivada, organizar los partidos, promover y fortalecer liderazgos y atraer los chavistas decepcionados, También sirven para apoyar, organizar y coordinar la espontánea protesta social por el desastre socioeconómico y de los servicios públicos y exigir condiciones electorales aceptables para las presidenciales del 2024.
Autores como Moisés Naím y Larry Diamond y, en Venezuela, Benigno Alarcón y Marcos Villasmil están proponiendo, el sistema electoral por “orden de preferencia”, o de selección múltiple. Es un método en que se le pide al elector no que escoja a un único candidato que le gusta, sino que se vote por más de un candidato. Este método, sin necesidad de una doble vuelta, produciría un candidato con un relevante apoyo mayoritario y un muy bajo rechazo. En cambio, el sistema tradicional de votación crearía las condiciones para que el ganador de la primaria tenga un apoyo muy reducido, niveles de rechazo muy altos y por tanto una legitimidad muy débil. La historia demuestra ampliamente que los autoritarismos hegemónicos, como el régimen madurista, no entregan el poder graciosamente, por la vía electoral, salvo cuando una fuerte “pinza” de presiones nacionales e internacionales los obligan a negociar una transición. Las sanciones internacionales son la única presión que siente el régimen, por tanto, deben continuar y aumentar, especialmente las personales, en cabeza también de los familiares. España y Europa deben hacer más al respecto. Pero, sobre todo hay que reactivar la presión interna. Ahora bien, un régimen cuyo liderazgo, corre el riesgo cierto de ser encarcelado, al entregar el poder, no va a permitir elecciones libres si no hay garantías personales e institucionales. Recordemos que, en Nicaragua, en 1990, Ortega le entregó la presidencia a Violeta Chamorro, pero se aseguró mantener el comando de las FFAA, por varios años.También, Pinochet entregó la presidencia a Aylwin, pero mantuvo el comando del Ejército por unos años más y después se aseguró la Senaduría de por vida.
@sadiocaracas