Otra vez, SS Francisco
Hay, sin duda, un giro notable en el discurso vaticano. Temo que, además de no ser ecuménico ni representativo de todos los matices que conviven al interior de la cristiandad, particularmente en América Latina, su continente natal, no coadyuve al supremo mensaje cristiano: lograr la paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Y ponga en riesgo la unidad de la Iglesia.
Con el curso de los días y la reflexión que permite la distancia de los hechos, se reafirma mi convicción de que el Papado ha comenzado a sufrir una inflexión de incalculables proyecciones, cuyo desenlace puede tener serias incidencias sobre la legitimidad de ciertos embates en contra de la tradición liberal democrática de nuestra región.
De su primera visita a tres países de América Latina, se destaca, antes que nada, la firme determinación de Su Santidad Francisco de arbitrar en asuntos de naturaleza política estrictamente internos, y que atañen a naciones polarizadas por el influjo sobre determinante de las políticas estratégicas implementadas por el dueto Castro Lula desde el Foro de Sao Paulo. Tanto en Ecuador, como en Bolivia y Paraguay, intervino en los debates internos de las respectivas naciones avalando el curso político implementado por sus respectivos gobiernos. Que en un caso único en la historia de las relaciones entre el Vaticano y la región da por buenas acciones que escapan a la competencia papal.
Rompe con ello la naturaleza ecuménica del mensaje de la Iglesia católica. ¿Con qué derecho se inclina el Vaticano por respaldar las políticas del oficialismo en Bolivia, Ecuador y Paraguay, desestimando los derechos que les asisten a las respectivas oposiciones que, siendo tanto o más fieles a la Iglesia, se oponen a ellas? ¿Deben, en bien de la obediencia a la infalibilidad papal, plegarse a Evo Morales o a Daniel Correa? Asunto particularmente irritante para los leales y fieles devotos de la iglesia católica chilena, que además deben tolerar la buena pro papal a las reivindicaciones marítimas de Bolivia, que coliden con tratados internacionales aún vigentes. Sin duda, una falta de prudencia en asuntos de muy alta problematicidad. ¿Apoyará en un futuro no muy lejano el derecho de los guyaneses a desconocer los acuerdos vinculantes en asuntos limítrofes con Venezuela respecto del Esequibo? Inolvidable la mediación de Juan Pablo II en el diferendo chileno argentino, impidiendo que derivara en un casus belli.
El giro mencionado es tanto más problemático cuanto que muestra el influjo de la terminología y las categorizaciones marxistas en el discurso o – como bien quisieran algunos provinciales de la Compañía de Jesús en la región – “la narrativa” papal. Sin ser un católico observante ni muchísimo menos un conservador, siento un profundo respeto por las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Me parecen valores plenos de significado que han marcado el sentido moral y religioso de Occidente.
No los he encontrado en las arengas de SS Francisco. Prefiere hablar de “redistribución del ingreso”, felicitando de paso a Evo Morales por llevarlo a cabo en un lenguaje más propio del FMI o del BID que del Vaticano. Razón suficiente para que extienda sus felicitaciones a los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, que prefiriendo “la redistribución del ingreso” además de saquear los bienes públicos y empeñados en su práctica populista prefirieron redistribuir – además de saquear – el ingreso antes que invertirlo en un auténtico esfuerzo por desarrollar la riqueza de su nación. ¿O es que la riqueza de las naciones ha de ser vista como deriva pecaminosa y no el único fundamento real de lo que haya o no haya que redistribuir?
Yendo aún más lejos en su invasión a campos ajenos al evangelio, SS Francisco cae en una insólita contradicción: considera arbitrariamente que el hombre no ama ni debe amar a las ideas o a las categorías, pero no sólo ideologiza y categoriza, sino que lo hace empleando conceptos puestos en circulación por el más ideologizado de los ideólogos – así pretendiera combatirlas con la praxis científico revolucionaria – Karl Marx. Así, su insólita afirmación y rechazo respecto del “fetichismo del dinero”. ¿No sabe Francisco que uno de los primeros y más fecundos pensadores en hacer uso de dicha categoría fue Marx al referirse en su escritos filosóficos de juventud, en El Capital y en su Contribución a la Crítica de la Economía Política al fetichismo de la mercancía, de la cual el dinero es la mercancía por excelencia? SS Francisco o sus más cercanos colaboradores conocerán sin duda y en profundidad Historia y Conciencia de Clase, de Georg Luckács, y sus fecundas reflexiones sobre la alienación a partir del fetichismo de las mercancías y la universalización del dinero. También presentes en Marcuse, la Escuela de Frankfurt y sin duda la universidad Patrice Lumumba, de Moscú.
Nada en contra de dichas categorías y su valioso aporte al conocimiento de la sociedad moderna. Nos hemos quemado las pestañas desentrañándolas. Pero, ¿no dispone la teología cristiana de un propio y más adecuado lenguaje como para tener que sustentar su “narrativa” con préstamos ideológicos tan sobre cargados de la negatividad atea y anti cristiana de quienes consideran que “la religión es el opio de los pueblos”?
Sobran las razones para que los legos polemicen con SS Francisco y desmientan sus afirmaciones dando por buenas las políticas de Evo Morales o de Rafael Correa. No sentaría un buen precedente para el prestigio universal del Papado. Ni es función del Vaticano andar repartiendo certificados de buena conducta política, ni muchísimo menos hacerlo en países sumidos en complejas y alteradas relaciones sociales. Internas e internacionales. No imagino a éste ni a ningún gobierno chileno pidiendo la mediación vaticana para resolver su diferendo limítrofe con Bolivia. Por lo menos no mientras viva SS Francisco. Ni me imagino a los venezolanos, por sólo citar un ejemplo, pidiendo su mediación para terciar en el cruento y doloroso conflicto interno que los abruma desde hace dieciséis años. La toma de partido en asuntos estrictamente políticos, que son de estricta competencia de los hombres – al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios – empaña la legitimidad del Papado. Salvo en todo lo que atañe a la dignidad humana y a los derechos inalienables del hombre, máxima obra de la creación divina. No le escuché una sola mención al tema, tan doloroso y debatido por nosotros, los venezolanos. Tan aplastados y pervertidos por las dictaduras y tiranías del continente, como en Cuba desde hace 56 años. ¿Será tema de su anunciada visita a la isla del Dr. Castro?
Hay, sin duda, un giro notable en el discurso vaticano. Temo que, además de no ser ecuménico ni representativo de todos los matices que viven al interior de la cristiandad, no coadyuve al supremo mensaje cristiano: lograr la paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Y ponga en riesgo la unidad de la Iglesia.
@sangarccs
EXCELENTE.
Ya logró S.S. Francisco que un humilde hombre de a pie, como yo, se alejara de sus posturas, más: la rechazara. Me dio asco ese obsequio que entregó el Morales de Bolivia.. Es un INSULTO para cualquier creyente….y lo que dijo el Papa…fue otro insulto. Ese Papa no tiene nada de sus predecesores: Ioannes XXIII, Paulus VI, Ioannes Paulus I, Ioannes Paulus II, Benedictus XVI han sido Santos Padres….éste..no se…parece otro de la familia castro de Birán…..