Otra vergüenza en The New York Times
Este domingo, el día de mayor circulación de los diarios en Estados Unidos, apareció en la sección de editoriales y columnas de The New York Times, una foto casi de plana entera: una joven madre hondureña, con su hija (de 3 años) y su hijo (de 6). La foto ilustra un larguísimo artículo, titulado “Refugiados en nuestras puertas”, firmado por Sonia Nazario, periodista norteamericana ganadora de un Premio Pulitzer. El subtítulo reza así: “Le estamos pagando a México para que impida que llegue gente a nuestra frontera”.
Cito algunos pasajes del desgarrador relato de Nazario: “A lo largo de los últimos 15 meses, a petición del presidente Obama, México ha desplegado una feroz ofensiva contra los refugiados que huyen de la violencia en Centroamérica. Estados Unidos le ha entregado a México decenas de millones de dólares durante el ejercicio que terminó el 30 de septiembre, para impedir que estos migrantes lleguen a la frontera estadounidense y soliciten asilo… Estados Unidos ha trasladado (“outsourced”) a México un problema de refugiados semejante al que sacude hoy a Europa”.
Nazario ofrece datos, ya citados por organizaciones mexicanas de derechos humanos. A partir de julio de 2014, el gobierno de México envió entre 300 y 600 agentes de migración a la frontera sur, y llevó a cabo más de 20.000 redadas en la zona. En los 7 meses entre septiembre de 2014 y marzo de este año, las autoridades mexicanas detuvieron a 92.889 centroamericanos, más que los 70.448 detenidos por Estados Unidos. Para el ejercicio 2016, la cifra crecerá 70%. En particular, hemos detenido a 18.310 menores de edad no acompañados. En cambio, solo se les concedió asilo a 18 niños centroamericanos en todo 2014.
Concluye la autora: “En lugar de financiar únicamente las actuales políticas hacia los migrantes en México, debiéramos ayudar a México a llevar a cabo un esfuerzo justo para evaluar quiénes deben ser tratados como refugiados. Mientras se evalúan sus demandas, debiéramos ayudar a México a organizar refugios decentes para atenderlos”.
Debieran tener vergüenza los funcionarios mexicanos que decidieron proceder de esta manera. No sé si Washington los presionó, o les prometió algo a cambio. Sé que esto no es lo que se hizo en los años ochenta con los salvadoreños y guatemaltecos que huían de una violencia ni más ni menos sangrienta que la de hoy. Ojalá en las próximas visitas de relatores, expertos y comisionados (altos y bajos) de la OEA y la ONU, estos también se fijen en estas violaciones de derechos humanos, que no le piden nada a lo que sucede en Guerrero, o Michoacán, o Tamaulipas, o el Estado de México.