¡Yo quiero ser como él!
¿Qué más puede demandar un humilde súbdito de la Bolivariana República sino ser como ÉL? Verdaderamente he sufrido lo indecible, lo he intentado todo para emularlo, pero se me hacía tan inaccesible.
Comí topochos verdes como tostones y caraotas caldúas sin arroz, pesqué morocotos e hice sancochos en el río. Intenté servir de nuevo a Dios como monaguillo, como acólito del cura de la parroquia. Me aprendí de memoria versos y coplas, declamé como sólo ÉL puede hacerlo. Bailé con la Reina de Carnaval y me declaré Rey del Templete.
Jugué caimaneras emulándolo, pitché y corrí, bateé intentando llevarme la barda como ÉL lo hacía. Me dio bursitis por lanzar por debajo del brazo – Laredo – la curva en cuestión, sólo me salía para home un rabito de cochinillo que nada tenía que ver con sus lanzamientos de rabo de jabalí.
Troté, corrí, hice tiro al blanco, me puse mil veces rodilla en tierra, ascendí en F – 15 para lanzarme al vacío como ÉL lo hace y tener la visión del mundo que ÉL posee.
Visité el Samán, leí las proclamas, estuve pegado a la TV inmunda ese día para verlo salir en cámara por primera vez con su célebre frase. Sufrí en carne propia su cautiverio, lloré por su liberación, leí o que ÉL leyó, intenté pintar mi propia luna y no me salió sino un pinche asteroide.
Lo vi en traje típico, lo escuché cuando visitó al que Es, al maestro caribeño, recorrí el país con ÉL, sentía envidia de la catira artificial que lo acompañaba de un lado al otro. Me inflamé de gloria cuando lo vi galardonado como Él que más. Escuché todos sus poemas y canciones. Me insscribí en todos los cursos de Oratoria habidos y por haber y nada, nuca pude emularlo. Sufrí la muerte de Arthur Murray y su desparecida escuela de baile.
No me separó de la TV ni un minuto, esperando que aparezca rozagante y buen mozón, engolo la voz, busco la frase y el verso, el insulto apropiado, canto y desafinó, bailo y doy un traspié.
Definitivamente renuncio para siempre y por siempre a mi insensato deseo de ser como ÉL, esperando los avances de la ciencia, la bienvenida clonación o la aplicación de la nueva Ley de Educación que permite emular al Ídolo (Jackie dixit).
No, no puedo ser como ÉL: como Ariel que baila canta diseña y hasta le baila ballet.
¡Como Ariel yo quiero ser!