Ya prendió la mecha
Muy poco tiempo duró la bonhomía de Chávez, prendió la mecha antes de tiempo, causando cierta sorpresa a quienes esperaban se tardaría más en comenzar con sus dicterios. Pero él no aguanta una pedida, pareciera ser parte de su genética. Tantos fracasos y no lo enseñaron, se lanzó de llenó contra Colombia, evidenciando su alianza con la FARC sin mayores disimulos. Es un hecho para el mundo el planteamiento de Chávez, era un propósito común que no se había podido llevar a cabo, los contratiempos le sesgaban el rumbo. Pero el cosmos no se acabará por ello, ni disminuirá la democracia en Colombia. Pronto veremos revertirse la situación y el abandono ilimitado de algunos de sus socios. Su sello final es que siempre termina en la debacle. Los trances no son auspiciosos para su permanencia en el poder, ni nada de lo que haga bajo la sombra de las amenazas le rendirá frutos. Los adeptos no se consiguen con hostigamientos ni intimidaciones, entre las “imprevisiones” que adelantaron los acontecimientos está el desalojo de los buhoneros, todos conocemos el problema, pero hasta el momento nadie ha hecho nada para resolverlo, y Chávez con casi dos periodos presidenciales tampoco lo hizo. Echarlos a patadas no resulta justo, cuando tuvo y tiene en sus manos todos los recursos para resolverles sus conflictos y restituirle su derecho al trabajo consagrado en la Constitución. Mientras escondieron el desempleo con la buhonería, apoyaron a la economía informal y todo iba bien para el oficialismo. Cuando Chávez pretendió reconquistar segmentos de la clase media, cambió su discurso en diciembre, disponiendo el desalojo de los trabajadores informales enredándosele la cuestión. No se puede ser tan veleidoso ni sacrificar el sustento de tantos venezolanos de la noche a la mañana. Esos pases de factura son peligrosos y la clase media en su mayoría está clara que Caracas con o sin buhoneros es una cosa, y la estabilidad de Chávez desalojándoles o no es otra. Esas decisiones atrabiliarias tienen elevados costos políticos, igual sucedió con los trabajadores de los peajes, pasándole la aplanadora sin contemplaciones.
Es imposible mantener situaciones incompatibles de manera estable o se está con Marx o no se está, pero eso de ser un día comunista y luego negarlo produce graves desavenencias, que no necesitaba espolearlas, ya se veían venir. Actualmente es la disidencia, a quien le toca digerir prontamente estas situaciones para canalizar esos descontentos hacia rumbos ciertos, ojalá no se repitan escenarios pasados o se quieran imponer los cacicazgos regionales como si lo fundamental fuera la candidatura de alguien. La coyuntura económica es desfavorable para el oficialismo, de eso está consciente hasta el gato y con retaliaciones y cerrando negocios no se capitalizan votos.
Ya el propio Chávez se encargó de prender la mecha y quizá no sea de candelitas sino de un polvorín. Su juego ha llegado lejos, invariablemente está al descubierto, el momento lo que precisa es una política seria que englobe a toda la disidencia.
La economía internacional producirá estupores con decrecimientos y caídas en la demanda y oferta, siendo nuestro país uno de los más vulnerados. Chávez se verá cercado por todas partes, recibiendo exigencias de sus socios internacionales y de los olvidados venezolanos, el polvorín pareciera estar a su disposición después de haberle encendido la mecha para su propio perjuicio. Venezuela no soporta más a Chávez con sus pretensiones hegemónicas forzadas e inalterables. Una nación que venia dando traspiés y que él convirtió en un caos. Regañando públicamente a sus ministros y alcaldes, tratando de trasladarles las culpas no se salvará, sólo su público de galería atina a seguirlo en sus monsergas públicas.
Clamores y más clamores retumban en el país, no hay pueblo que soporte tanto desden, así lo sienten ahora los venezolanos y el movimiento estudiantil debe asumir su rol histórico para conducir esta “hermosa” y brusca coyuntura para retomar la democracia.