… Ya ni sé
En una temprana noche de zapping, hallé la interesante entrevista a una bonita y desenfadada actriz en un canal de frivolidades, quien supo defenderse de una pregunta necia del entrevistador. “!Y qué sé yo!”, dijo más con el gesto que la palabra en su muy argentino acento.
Más seria que cómica, la recuerdo cuando una conocida escritora y docente universitaria que probó sus juveniles convicciones en la lucha armada, incursionó en el portal de una de las redes sociales que parece enloquecer a los venezolanos. Al interrogarla en torno a su visión o preferencia política, despachó un ingenioso y revelador “… Ya ni sé”.
Celebramos tan oportuna, espontánea y no por ello, sopesada respuesta, porque – más que quiebra – asistimos o nos recreamos en la solemnidad de una gigantesca adulteración de posiciones ideológicas y políticas que tiene su mejor expresión – mas, no única -en esto que se conoce como “chavismo”. Resulta fácil imaginar que el mismísimo Marx hubiese vuelto trizas a los analfabetos que hoy disfrutan del poder y de sus veleidades, aunque muchos socialdemócratas, liberales o socialcristianos contribuyen a una escuela: la de los equívocos, malentendidos, consagrando la piratería que los lleva a vivir intensamente la denominada postmodernidad de los días que corren.
El neo-autoritarismo ataca las identidades básicas de sus adversarios, participando de todas sus ligerezas. Por muy severa que sea, y lo es, la amenaza totalitaria, logra anecdotizarlas partiendo de un Hugo Chávez que diserta sobre el carácter cristiano de sus propuestas (más aún, la afiliación con el cristianismo primitivo), en un encuentro con los aspirantes a gobernadores y alcaldes del oriente del país.
Aplaudimos la definición de Angela Zago para su página personal, porque se trata de una manifestación honesta que involuntariamente recoge un universo de experiencias y de convicciones. Reconocer la situación, es el primer paso para superarla.