¡Y sin tanques!
Nos amenazó con sacar los tanques si ganaba la oposición. Trató de atemorizarnos con lanzar a la calle sus huestes defensoras de la revolución. Nos advirtió por enésima vez que esta revolución está armada. Ya antes había inhabilitado a quienes tenían opción cierta de ganar en gobernaciones y alcaldías claves. Encima, nos intimidó con no enviar el situado constitucional adonde ganara la oposición. Y lejos de arredrarse, la gente salió a votar. Y votó a favor de la democracia, a favor de la libertad, a favor de sus candidatos. Y ganó.
Él trató de convertir sus derrotas en triunfos, en eso es más hábil que nadie. «Ganamos 17 gobernaciones»& De las que perdió, ni media palabra. Y como si nadie lo hubiera escuchado proferir a grito herido que sacaría los tanques, salió a decir que era la oposición la que quería sacarlos, como si tuviera poder de sacarlos. Que él, el gran demócrata, jamás había abierto la boca para descalificar a ninguno de sus adversarios.
Chávez mansamente reconoció las victorias de sus contrincantes, como hace cada vez que se siente acorralado o perdido. Como hizo el 4 de febrero. Como hizo el 11 de abril. Como hizo el 2 de diciembre pasado.
Ahora debe estarse preguntando qué fue lo que no funcionó. Porque su propaganda fue abusiva en cantidad y dinero, en promesas de cualquier tipo y hasta se reportaron amenazas. Se quedó con las ganas de aplastar a Pablo Pérez y a Manuel Rosales, de repetir en la Alcaldía Mayor, de dejar a Cabello en Miranda y de comer «pollo frito» en Carabobo. Y ni hablar de Nueva Esparta.
Las victorias que obtuvo la oposición son especialmente significativas ¡Y sin tanques! Yo me siento muy feliz de que se haya reivindicado el voto, luego de los muy amargos resultados de la abstención. La gente entendió que votando y cuidando el voto, no hay fraude posible. Y la gente, en general, votó «por alguien» y no «en contra de alguien», como usualmente hemos votado en Venezuela.
El camino está trazado: es el de los votos. No puede ser de otra manera. Por eso dedico este artículo a mi querido y admirado Ramón J. Velásquez, un venezolano de excepción que prefirió ir preso antes de avalar una dictadura y quien ha dedicado su vida a luchar por la democracia.