¿Y si lo logran?
¡Padres y representantes, temblad! Se manifestó el Ministerio para la Educación Chavista, Socialista y Revolucionaria. La entrevista que la periodista María Lilibeth Da Corte le hizo en El Universal a la ministra de ese despacho debería haber encendido –una vez más- las luces de alarma entre quienes creemos que la educación debe liberar y no ideologizar, formar pensadores críticos y no eunucos intelectuales, estimular el talento y no hundir en la mediocridad.
La ministra se muestra satisfecha por haber entregado una millonada de libros orientados a “reproducir la ideología del Estado socialista”, como si la educación fuera un traje que se cambia de acuerdo al signo del gobierno de turno. Sus argumentos, si se pueden llamar así, caen por su debilidad: «nadie estaba conforme (con el sistema educativo), ni siquiera los criticones de oficio». ¡Por supuesto que no estábamos conformes y lo hemos venido manifestando desde hace años! Pero el que no estuviéramos conformes con aquello, no significa que automáticamente estemos conformes con esto.
Insisto en lo pernicioso que resulta el “en vez de” en nuestro país. La norma es que sea una cosa “en vez” de otra. Si no era aquel sistema educativo, es éste… ¡No señor! No me cansaré de reivindicar el “además de”, tanto para lo bueno, como para lo malo: aquél sistema educativo era malo y éste es peor. Aquél, además de éste, son malos. Muy malos. El de ahora es mucho peor. ¿Aprenderemos algún día que siempre podemos estar peor? En materia educativa definitivamente lo estamos y el nivel de la educación es lo que define el grado de desarrollo de un país.
Como educadora, estoy en absoluto desacuerdo con la mediocridad de la educación del pasado reciente y rechazo con todas mis fuerzas los experimentos de lavado de cerebro que se están llevando a cabo en nuestras escuelas. Una copia al carbón de los procesos cubanos con los “pioneritos”. Cada vez que veo uno de esos niños recitando de memoria loas al jefe de la revolución me entra una angustia que no me cabe en el cuerpo, una tristeza que me inunda el alma.
La ministra no tiene cifras cuando se le inquiere sobre la caída de la matrícula y el aumento en la deserción: “según la proyección pareciera…”, “no te lo puedo decir científicamente en este momento”. Aparentemente, espera por resultados del INE. ¿Estará sentada? Hubiera sido estupendo que refutara las muy alarmantes cifras que presentó Antonio Ecarri, Presidente de la Fundación Casa Arturo Uslar Pietri. “…las proyecciones que hacemos son lo más cerca de lo que el Instituto Nacional de estadísticas (INE) ha ido estableciendo, por lo que no entiendo de dónde sale esa información”, dijo. Yo sí sé de dónde salen: del trabajo incansable de la Fundación de visitar escuela por escuela, para levantar las cifras que ni el INE ni el Ministerio de Educación tienen y en apariencia, ni siquiera sospechan.
Las cifras se confrontan con cifras. Aunque la ministra se ufanó de que no tenía “nada que ocultar”, lo que se hizo evidente es que no tenía nada que enseñar. Nada bueno que enseñar.
Yo quisiera saber qué significa “promover un pensamiento crítico reflexivo para la transformación de la realidad social, del entorno, de la cotidianidad”. Los muchachos ya no tienen que memorizar los huesos o los músculos del cuerpo (¿qué tiene de malo eso?), pero sí deben conocer el pensamiento de Hugo Chávez como si se tratara de un dogma. La apología del caudillo, ni más ni menos… ¡qué atraso!
Es terrible, es perverso, es dantesco que un régimen pretenda perpetuarse a través de la perpetuación de la ignorancia. Está a la vista que los ignorantes son más fáciles de manipular que quienes han recibido educación. Igualar para abajo no es un reto, es una estupidez. Ideologizar, un crimen. Y no es consuelo pensar que no lo lograrán porque son ineptos. ¿Vamos a esperar cruzados de brazos a que se cumpla el terror que nos han ofrecido? ¿Y si lo logran?…