¿Y si el cántaro se rompe?
Y eso es lo que necesita para el espectáculo de calle. En verdad le hacen falta dólares para simular que trabaja, pagar deuda, para los militares que lo sostienen de un hilo y para los consejeros castristas.
Le hacen falta recursos para disimular el desabastecimiento que existe. Si a un país le destruyes sus industrias, le ahuyentas los inversores, expropias las tierras donde antes se producían alimentos y las dejas al abandono, es normal que falte de todo.
Si terminas importando los productos básicos que ya no produces, y permites un sistema corrupto que utiliza los dólares para compras que no se distribuyen, las importaciones languidecen y se pudren sin salir de los puertos.
No es difícil prever la situación de peligro de Maduro. Aquí falta de todo, los trabajadores abandonados sin reivindicaciones laborales, escases de luz y agua, menos en Caracas, ya que le temen. Por eso las condiciones están dadas para una reacción popular, producto del descontento.
Como resultado de la mala gestión este régimen, carente de legitimidad, puede bien verse atrapado por el mismo desastre del que es responsable.
El ciudadano más simple sabe, que si de una cartera sacas el dinero para gastarlo a diestra y siniestra, sin volverla a llenar, es imposible mantenerse por largo tiempo.
Este gobierno ha ido muchas veces a la fuente con el mismo cántaro, repitiendo durante 14 años que la culpa no es de ellos. Una extraña manera de no asumir el resultado negativo de su gestión. Esta situación que se repite una y otra vez, ha terminado por erosionar la paciencia y la confianza de todo un pueblo.
Ante el rumor de la calle y el ruido de sables en los cuarteles, los hermanos Castro instruyen a Maduro para profundizar el comunismo en Venezuela, subir el tono de la amenaza, el insulto y la represión.
Los síntomas se manifiestan abiertamente, el régimen solicita una ley Habilitante, su objetivo concentrar en el pupilo todo el poder posible y quitarle fuerza al poder legislativo, donde aún sobrevive la voz de la oposición.
Emplear la fuerza contra cualquier medio opositor y utilizar como excusa la lucha contra la corrupción, para acusar a los dirigentes y diputados emblemáticos de la Mesa de la Unidad. Cualquier excusa es buena para distorsionar leyes y reglamentos. El abuso del poder va resquebrajando ese “cántaro social” que contiene la población Venezolana, que aspira una solución democrática a la crisis que vivimos.
El gobierno pretende presentarse con su cara lavada, ignorando cínicamente, los escándalos de corrupción productos de su “revolución bonita”, que terminó convertida en un chiquero populista-militarista-autoritario.
En París decomisaron un cargamento de 1400 kilos de cocaína procedente de Caracas, contrabando que solo es posible si existe una organización capaz de introducir la droga en el país, almacenarla, colocarla dentro del aeropuerto, chequearla y montarla en el avión, pasando delante de fronteras, aduanas, militares y agentes.
Una revolución que contaba con un comisario del Tribunal Supremo de Justicia, multimillonario que acumuló fortuna producto de su alianza con la guerrilla colombiana, a quien se le entregaron las concesiones del puerto de Puerto Cabello y el aeropuerto de Valencia, el recordado Walid Makled, quien terminó preso como uno de los narcotraficantes más buscados del mundo, luego de denunciar como financió a ministros, políticos y dirigentes “rojitos”.
Que tuvo como mejor aliado al ex Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia Eladio Aponte Aponte, hombre de confianza del régimen que se prestó a dictar sentencias amañadas, que sirvieran para inculpar inocentes que se atrevieran a contradecir las aspiraciones de los cabecillas de la revolución.
Que insiste en alimentar el odio entre los ciudadanos y en permitir una violencia social, que no tardará en originar reacciones destinadas a la lucha por sobrevivir.
Un régimen que no rinde cuentas de su gestión económica, que oculta las cifras. Que no puede seguir negando las consecuencias de su fracaso y que desgraciadamente sufrimos todos los venezolanos.
La gestión financiera nos acerca a la banca rota, nuestras reservas internacionales han bajado a niveles insostenibles, las reservas de oro desaparecidas. Probablemente comprometidas en las deudas contraídas a futuro, por préstamos que ya gastaron tapando “los huecos” de la mala política económica.
La escasez de liquidez no permite más “morisquetas”, a partir de ahora intentarán sostenerse a través de la fuerza. El régimen es presa del miedo y de la rabia, lo que presagia su final, pero cuidado con que la arrogancia del animal vencedor, no se convierta en el zarpazo de la bestia herida de muerte.
Luego de la solicitud de la ley Habilitante, la señal esperada por la jauría, la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, comenzó a cumplir las órdenes de la Habana, iniciando una investigación al diario 2001 “por crear zozobra en la sociedad”, por informar a la ciudadanía sobre los problemas de suministro de gasolina. Amenazándolo con “sanciones fuertes”.
Le ha seguido los “carroñeros” de la Asamblea Nacional, negándoles la palabra a los diputados de la oposición, para terminar rasgándose las vestiduras, acusándolos de violar la solemnidad del parlamento.
Olvidaron que el pueblo los vio amenazando, agrediendo e insultando a diputados dentro de la misma Asamblea. Como bestias salvajes con poder, golpeando hombres y mujeres de la oposición que cumplían con el ejercicio de las funciones para las cuales fueron electos.
Maduro será responsable si el cántaro se rompe y se derraman las aguas, no puede seguir empujando impunemente. Ya no inspira miedo.
No obtendrá neutralidad sino que se le exigirá justicia. No es una cuestión de armas o de debilidad, se utilizaran las armas que se tengan para defender la libertad y la democracia, así como él ha hecho con las suyas para destruirla.
Ex Cónsul de Venezuela en París
Presidente de Venezuela-Futura, Francia