¿Y qué esperábamos?
Sí Chávez queda imposibilitado de gobernar, Maduro será presidente en uso de la voluntad del pueblo que votó en octubre por el Chávez que dijo que le dejaba el coroto a Maduro, antes de irse a operar. La Constitución es flexible, dinámica y no puede estar por encima del deseo del pueblo mismo.
La patria no se perdió ayer en la Asamblea Nacional. La perdimos a lo largo de casi tres quinquenios aceptando los actos de abuso de un gobierno, que nos empujó a la condición de bajar la cabeza y callar cuando cometen sus barrabasadas. Callamos cuando murió Franklin Brito, cuando se “cogieron” el Sambil de La Candelaria y cuando dejaron de explicar que hacen con los dólares que se llevan de la industria petrolera sin pasar por el Banco Central.
La perdimos en Diciembre cuando algunos no entendieron lo que nos jugábamos en las elecciones regionales. La perdimos cuando dejamos de reclamar los desmanes de un gobierno que usa los recursos del estado para soportar sus campañas electorales. La perdimos cuando permitimos que se rodearan de leyes que les permiten hacer cuanto les viene en gana, incluyendo un decomiso de azúcar a una empresa que la requiere para su proceso productivo. Aquí Juan Charrasqueado y Pancho Villa se convirtieron en angelitos ante estos vaqueros de botas puntiagudas.
Ahora no queda otra que callar ante los fusiles de una Fuerza Armada que –también en desacato a la constitución– se hace llamar chavista a todo gañote. La revolución está armada para defender cualquier posibilidad de protesta. Algunos de ellos pensarán que sus hijos vivirán en un país diferente al que estamos entregando a la anarquía. Ya ayer el Alto Mando declaró su apoyo irrestricto a la continuidad administrativa.
Ahora somos otra Cuba. Muy pronto tendremos que hablar bajito, cuidándonos del vecino que bien puede ser un sapo del gobierno. Prepare su fondillo para que lo pateen y prepare su estomago para comer con libreticas, cuando la revolución decida cuanto le corresponde comprar en esta escasez que se nos viene encima. Prepárese también para explicarle a sus hijos cómo permitimos que el legado del Libertador se convirtiera en esta fantochada que algunos todavía osan llamar República.
El pueblo chavista, que no sufrirá menos en este entuerto, debería empezar a preguntarse por qué no ofrecen detalles del estado de su presidente. ¿Dónde lo tienen? ¿Por qué no hablan sus médicos? ¿Será que alguien se beneficia de su ausencia?
Al tiempo que todos están dedicados a este circo, las decisiones económicas siguen dando vueltas en los escritorios o en las cabezas de los gobernantes. No aparece un dólar en un país que necesita importar hasta el aire que respira. Los estantes se vacían muy rápido y muy pronto se agotarán también los argumentos “sobrevenidos” de acaparamiento y especulación.
Si queremos un país de regreso, comencemos de nuevo a construirlo. No está permitido amilanarse. El Bolívar que nos dejó su legado, no se rindió cuando llegó a la cordillera de Los Andes con unos caballos y una cobijita.