Y en Guayana te creyeron
Allí al pie del río, les caíste a muela.
Catorce años de errores no se curan con una canción de cuna. Los adormitaste, pero no los dormiste.
Chávez no tuvo otro remedio que bajar a Guayana y dar la cara. Lo hizo en un ambiente que él pensaba controlado, donde reunió a un grupo pequeño de trabajadores sidoristas para contarles acerca de los planes –que son una versión mejorada- de los planes que nunca ha podido llevar a cabo con éxito. Allí volvió a llenarlos de promesas de futuro y allí se le subieron a la tarima para reclamarle. Suspender la cadena y llenarnos de explicaciones no será suficiente. No da pie en bola el presidente saliente.
Allá rodó la teoría de los ejes del desarrollo, la famosa línea que pasa por Guayana y continua hacia el olvidado Apure. Malas decisiones, mala gerencia, corrupción aplastante y ahora millares de puestos de trabajo claman por una limosna que los lleve hasta la siguiente quincena. Votaron rojo hasta el cansancio, con la esperanza de que este gobierno de ideas socialistas jamás les daría la espalda a las masas obreras. La culpa fue del imperio, de los escuálidos, de los burgueses de Guayana o en el peor de los casos de algún traidor chavista que deshonró a la patria. Chávez jamás aparecerá en la lista de indiciados. Ahora Sidor necesita millonarias inversiones en dólares para repotenciarla, sin saber todavía como gerenciarla.
Yo no me preocuparía tanto si la única industria quebrada fuera la de Guayana, pero me arde el cerebro de pensar en que todo el país está patas arriba. Desastre de dimensiones incapaces de imaginar, mientras nuestro presidente saliente se preocupa por las más disparadas situaciones. Nuestros hijos y nietos nunca entenderán bajo qué circunstancias dejamos llevar este país hasta estos extremos límites.
Si acabar con el presente es un delito, hipotecar el futuro de la patria debe considerarse como merecedor de una cadena perpetua. Vender futuros de petróleo, colocar deuda impagable de mediano y largo plazo, compromisos de la nación pagaderos con ganancias futuras, convertir en gasto nuestro oro monetario o empeñar bajo la forma de regalos a otros países, nuestra producción de oro negro. Chávez se ganó un Kino sin haber aprendido a manejar dinero y bienes. Los cuentos de ayer no resuelven el problema de fondo.
En Guayana llora un país, una nación y una patria despojada. En Guayana se mueven los más grandes intereses de una clase trabajadora que ya sabe con que se come esta canción socialista que le arrebataron al cantor Alí Primera para que arrullara nuestras esperanzas.
Chávez aspiraba un pago en votos guayaneses y tengo muchas dudas de que la descoordinada alocución lo lograra.