Votar: única alternativa democrática
Tal y como están planteadas las cosas en la Venezuela contemporánea, definida por un lado por un oficialismo que indiscutiblemente devora, influye, maneja y se sirve del aparato del Estado para promover al candidato – presidente, no cabe duda que la ciudadanía le ha salido al paso. En todos estos años no habíamos jamás observado que la oposición de forma clara y contundente se organizará como en la actualidad lo viene haciendo.
La candidatura de Manuel Rosales es una realidad incuestionable, es fruto de la autenticidad y espontaneidad, y por supuesto de la unidad. Su liderazgo se percibe como natural, democrático, criollito y corajudo. Por lo tanto, en hora buena su salida al ruedo debe ser apoyada con un trabajo de hormiga, un trabajo de calle y convencidos de que nuestra única arma como demócratas la tenemos en nuestra inquebrantable voluntad de participar, de votar y cobrar.
Mucha gente se sorprende de las condiciones en las cuales nos corresponde participar. Sólo expresare dos cosas. La primera es que a pesar de las críticas que muchos con legitimidad podamos acuñar a la llamada cuarta república (1958 – 1998), irrefutablemente Chávez participó y ganó en condiciones de justicia y transparencia. Lo segundo viene a colación. El hecho de que los demócratas le hayamos brindado esas condiciones no quiere decir que axiomáticamente se nos brinde las mismas condiciones. Para nadie es un secreto que el accionar, el discurso y quehacer del presidente Chávez dista mucho de un autentico “demócrata”.
Ahora bien, a estas alturas creo que lo más relevante esta en la disposición de buena parte de los venezolanos de participar y naturalmente de forma masiva defender los resultados. Ni lo chavistas se creen el cuento de que el candidato – presidente nos meterá diez millones por el buche. Las pocas encuestas a las que hemos tenido acceso y que recogen mediciones ante de julio muestran un ligero pero constante desplome y caída de los números porcentuales de apoyo al presidente. Y eso es natural por la simple y llana realidad que el gobierno no tiene obra y los venezolanos seguimos sumergidos en los agrandes problemas igual o peor que cuando Chávez ganó en 1998.
De tal forma que ahora es cuando nos corresponde trabajar, participar y motivar, repito, a pesar de las condiciones impuestas por el CNE y el propio gobierno, debemos masivamente participar. Lo peor que nos puede pasar es quedarnos en nuestras casas. Por tanto, en plena campaña y más el día de la elección, tenemos que estar en las calles, de forma activa, cívica y ciudadana ejerciendo nuestros derechos y defendiendo nuestras decisiones. La gente se esta organizando en múltiples y variados niveles y espacios, y ese entusiasmo, que no creo sea artificial, no se sentía hace muchísimo tiempo. Hoy tenemos un político de carne y hueso en las calles, hoy contamos con un candidato y liderazgo con cuero y pelo, con expectativas, con ilusiones y con auténticos deseos de cambiar la dura realidad del país.
El desconcierto no puede embaucarnos. En nuestros juicios y decisiones debe privar lo racional, aunque hay quienes legítimamente señalan que si somos racionales y más con las actuales condiciones no deberíamos participar. Estoy convencido que estamos en un momento de definiciones, si el pueblo percibe como creo que es así, que hay posibilidades reales de derrotar a Chávez, de que la participación masiva es lo que más teme este gobierno, no hay duda que todos saldremos masivamente a votar y estaremos en la calle para cobrar. Nuestro acontecer como hemos visto es vertiginoso, movido, cambiante y enrevesado y de definiciones e incertidumbres. Tal vez por ello es que el ex rector de la Universidad de Los Andes, Dr. José Mendoza Angulo ha titulado su último libro (junio 2006) Venezuela: La encrucijada.
Veremos…
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes