Volviendo a la Patria
Hace 137 años, el poeta José Antonio Pérez Bonalde escribió su hermoso y célebre “Vuelta a la Patria” (1876) cuya letra se centra en el destierro y en el anhelo por regresar a la tierra nativa para volver a saborear las bondades de Venezuela, del amado lar.
En el barco que navega con rumbo a la tierra de Andrés Bello y Simón Bolívar, el escritor imagina el momento de la llegada y plasma en un exquisito poema el retorno al ansiado terruño después de siete años de obligada separación.
Algo parecido ocurre en la actualidad cuando se palpa en el ambiente un magnífico aire con vientos de libertad y democracia. De vuelta a la paz, a la armonía, a la unión nacional, que contrasta con los empeños presidenciales de fomentar el odio y de dividir al país.
En esta ocasión, en vez de un barco, el símbolo del regreso a la patria, a la civilidad, lo encarna el Autobús del Progreso del candidato Henrique Capriles Radonsky. Y el voto se constituye en el poema ciudadano, además, de corte democrático.
Al igual que Pérez Bonalde, los venezolanos encuentran que 14 años de mandato presidencial constituyen un excesivo período de gobierno, causando una especie de destierro dentro de la propia nación porque bajo la imposición del actual Presidente Hugo Chávez un período civilista – de ciudadanos – fue sustituido por otro diferente, militarista, de estilo egocéntrico y excesivamente autoritario, al punto de dinamitar las instituciones del Estado y, sobre todo, violar los derechos humanos.
La palpable muestra del gobierno militarista son un Poder Judicial cuyos magistrados groseramente corearon una vez, al inicio del año judicial, “Uh, ah…Chávez no se va”; los diputados oficialistas que convirtieron al Poder Legislativo en el perfecto alcahueta de los innumerables escándalos de corrupción oficial y la conducta inapropiada y cómplice de las 4 mujeres del Consejo Nacional Electoral negadas a sancionar los abusos en el uso de los recursos del Estado en la campaña electoral del candidato – presidente.
Además, en este período marcado por el deterioro del aparato productivo nacional y la conversión de la nación bolivariana en satélite de Cuba, como signo de la permisividad a los delincuentes persiste una estadística macabra de más de 130 mil crímenes de indefensos ciudadanos venezolanos a manos de un hampa cuyos jefes o Pranes son prácticamente unos protegidos del gobierno nacional.
De ahí la necesidad de volver a la Patria, al clima de libertades y respeto a los derechos ciudadanos que abarcan desde preservar la vida de las personas hasta salvaguardar los bienes privados, llámese empresa o hacienda, los cuales han sido objeto de una tenaz y arbitraria política de expropiación (más bien de confiscación) ejecutada con total discrecionalidad y desparpajo por el gobierno de Hugo Chávez.
Casi un siglo y medio después, la luz del poema de Pérez Bonalde se transforma en el voto que habrán de depositar los venezolanos en las próximas elecciones del 7 de octubre, fecha anhelada para recobrar el valor de lo perdido, de lo extraviado durante 14 años de pésimo gobierno cuyo mandatario se va a través del mismo mecanismo como entró: por la férrea voluntad de la gente.
En su poema Volver a la Patria, el escritor concluye con una exclamación al imaginarse cercano a las costas venezolanas: ¡oh, inefable alegría/son las riberas de la patria mía! Y esa misma alegría se produce hoy cuando quedan muy pocos días para el ejercicio democrático que habrá de llevar a la presidencia de la República a Henrique Capriles Randonsky, todo gracias a una votación masiva y popular.