Viva Mendoza! ¡A triunfar con Capriles!
Se equivoca de manera supina y garrafal quien crea que el 23 de noviembre Venezuela se juega su última carta. Y que con el golpe de Estado que acaba de perpetrarse se acabó la política. Las elecciones regionales no son más que un capitulo, así sea fundamental, de esta guerra a muerte contra el régimen de facto que nos subyuga. Es una palanca más para mover al teniente coronel del trono que usurpa y despeñarlo en el abismo tras del que anda desesperado desde hace quince años. Una ocasión de oro para expresarle el mayoritario repudio de la nación y acorralarlo contra el muro de la legalidad, la constitucionalidad y la justicia. Un paso hacia la recuperación de nuestra democracia, que hay que jugarlo con toda nuestra entereza, lucidez y coraje.
Es un abuso y una suprema prueba de cobardía del régimen inhabilitar a aquellos candidatos con mayor opción de triunfo. Particularmente en los casos de Leopoldo López y Enrique Mendoza. Aquel, por ser el líder carismático de una nueva generación política que amenaza los afanes vitalicios del autócrata; éste, por ser la perfecta expresión de la lucha popular contra la tiranía del teniente coronel. Que la Venezuela chavista sea comparada a la Bielorusia del estalinismo y al Irán de los Ayatolas, no es ninguna exageración. En esos tres países, en que imperan gobiernos de facto, se violan los derechos humanos y uno, en particular: el de elegir y poder ser elegido.
Pero la realidad actual les impide a unos y otros ejercer sus afanes dictatoriales como en el pasado lo hicieran Pinochet y Videla, Stroessner y Chapita Trujillo, el Sha de Persia o Joseph Stalin. Por eso inhabilitan a los opositores pero no prohíben las elecciones; las manipulan, pero no las liquidan. De allí también la necesidad de usarlas como instrumento de combate y forma de lucha. Eso significa que, si nos inhabilitan a un opositor, se vota por el que le sigue en las preferencias. Y todo el mundo a volcarse en su respaldo. Pues es el candidato de la democracia, la legalidad y la justicia. Más clara, ni el agua.
Ese es mi consejo: a votar por Capriles en Miranda. Y por Ledezma o quien vaya oficialmente de candidato en la Mayor. Que quienes se sientan postergados recuerden el futuro. Que nadie coja estas elecciones como un juego definitivo: salidos de la bestia y recuperadas todas las instancias y mecanismos democráticos, podremos reconstruir nuestro país, dotarnos de todos los instrumentos jurídicos necesarios para impedir la resurrección de las dictaduras y celebrar elecciones como Dios manda y ordena: en plena libertad. ¿Cuánto tardará? Depende de nosotros. Cuanto antes, mejor.
En esa lucha final, que será el `principio de la gran lucha por construir la Venezuela del futuro, los inhabilitados tendrán que jugar un papel de vanguardia. Que se vayan preparando, pues ellos serán los escogidos.