¡Viva la chicha!
Cuánta razón tiene el Comandante que comanda todo, que todo comanda.
Los venezolanos debemos olvidarnos de esos néctares y alcoholes de imperialista y extranjero signo: de la rubia y checa cerveza, del mediterráneo vino, del afrutado coñac, de la lejana vodka, del arábigo y luego castizo anís, del apetecido armanag, de la ecológica pera Williams, del inefable pastis y del helénico ouzo, del acomodaticio pisco, del liberal aguardientico, del engañoso amareto, del angélico fraile y del diabólico bourbon, y, sobre todo, del sobrio escocés debemos olvidarnos pues.
Coincidimos totalmente con esta política revolucionaria de pechar todos esos inventos diabólicos que nos alejan de la pureza revolucionaria, endogenamente y rodilla en tierra, beberemos bolivariana chicha de maíz fermentado, si es que sobra algo de grano después del etanol traidor.
Del ron ni hablar porque el bueno bueno de verdad, se lo beben ¡salud caballero! los cooperantes caribeños en compensación por los eficientes centrales azucareros instalados a todo lo largo del país. Además es regalo oficial que un distraído Director de Protocolo de nuestra Cancillería obsequia en cajitas de mucho lujo a nuestros abstemios aliados musulmanes para que lo degusten con el mejor de nuestro tostado chicharrón.
Presidente vitalicio ¡Ponsigué con eso¡ ¡Guarapita pa´todo el mundo! ¡Chicha desde el Simoncito!
Junto a la victoriosa y gallarda ruta de la empanada, instalaremos pues miles de locales que emulen al del Médico Asesino: Chicha, guarapita y mojito de lo que sea serán nuestros bolivarianos tragos.
¡No al sucio güisqui y al hediondo vino!
¡Sí al revolucionario mojito y a la camarada guarapita!
¡Chicha, socialismo o muerte!
¡VENCEREMOS!