Opinión Nacional

Violencia, represión y terrorismo

Esta semana empieza formalmente una campaña electoral adelantada por el gobierno de manera descarada y ventajista, contra toda norma legal y al margen de las más elementales consideraciones éticas. Lamentablemente no hay instituciones internas capaces de controlar al régimen, ni rama alguna del poder público dispuesta a cumplir con sus obligaciones y hacer respetar la Constitución y leyes de la república. Sin embargo, la voluntad general de la población se expresa cada día con mayor claridad. El rechazo a Hugo Chávez crece en progresión geométrica. Los electores toman la decisión de participar masivamente en la contienda para expresar, mediante el voto, la fatigada indignación que las actuaciones presidenciales generan. Todo le está saliendo mal al presidente. Fracaso tras fracaso el aislamiento lo lleva a cometer errores que le están costando demasiado a una nación que toma conciencia sobre la necesidad de impulsar el cambio radical que la situación del país reclama.

El inventario es infinito, pero la expulsión de José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch –HRW- y Daniel Wilkison de la misma prestigiosa organización y la negativa a otorgar el salvoconducto que conforme a Derecho tiene que darle a Nixon Moreno una vez concedido el asilo diplomático por parte del Vaticano, expresado grosera e injuriosamente contra la Iglesia Católica, así como las estrafalarias polémicas de los más altos funcionarios gubernamentales con calificados voceros de gobiernos e instituciones del continente y del mundo, decretan el fin de cualquier esperanza por alguna señal de rectificación o propósito de enmienda del régimen.

Los escándalos se suceden uno tras otro engrosando el expediente de corrupción más escandaloso de todos los tiempos. El maletinazo de Buenos Aires, las informaciones aportadas por los “cantores de Miami” y las investigaciones de los organismos especializados de Estados Unidos y la comunidad internacional con relación a los vínculos del alto gobierno con el narcotráfico y las FARC de Colombia y la participación en el lavado de dinero negro, ofrecen razones suficientes para profundizar la lucha contra la satrapía que tiraniza a Venezuela. Los gobernantes se enriquecen groseramente, pero las tareas fundamentales que deberían cumplir están abandonadas. El próximo 23 de noviembre la voluntad popular expresará el rechazo al régimen, el anhelo de cambio existente y dotará a la nación de instrumentos poderosos para atender las necesidades básicas, encabezar la resistencia activa al régimen y servir de contrapeso a los inaceptables desafueros chavistas que el país rechaza y el mundo observa estupefacto. Como dicen en el boxeo, el tipo “está tocado”. Se desmorona sin remedio, pero en su caída y para mantenerse, es capaz de todo. Solo podrá lograrlo apelando a la violencia física e institucional, al chantaje y al terror contra un pueblo harto y fatigado.

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