Viene la sexta
Pasan los días y el caudillo sigue sin encontrar el rumbo. Yo debería repensar esa expresión para decir –más acertadamente- sin corregir su rumbo. El que lleva, que no hace nada para ocultarlo, lo está conduciendo directamente a un final que pareciere no llegar nunca, pero que cada día está más cerca. La quinta se deshace en sus mentiras. La sexta está a la vuelta de la esquina.
El Seniat se ha dedicado a llamar a las empresas, para que adelanten, como un favor especial, los pagos de impuesto sobre la renta, que todavía no les corresponde pagar. Así estará su alma y su cartera. Se acabaron los cobres que tapaban los errores y los que repartidos a mansalva, compraban voluntades. Cuando un pueblo pierde la esperanza, pierde las ganas de seguir escuchando mentiras, pierde también las ganas de seguir apoyando a quien lo ha engañado. Los vestidos, los viajes a todo trapo, los relojes y los lentes de marca de las hijas de Chávez, los pagó la miseria del pueblo que esperaba de la quinta republica la posibilidad de recibir el progreso que nunca le llegó. Se acabó la fantasía, en medio de esta “blindada” recesión qué estos irresponsables nos produjeron.
Hay que reconocer que hemos sido un pueblo plumífero y gallináceo, y me incluyo en la lista. No hemos sabido presentar pelea a esta marramucia en continuado que está acabando con la sociedad venezolana. Los Chávez y su combo se están llevando el país en maletas y transferencias bancarias, al tiempo que destruyen lo que ven en pie, como para no dejar nada vivo que atente contra sus acciones. Aquí ya no se respeta nada ni nadie. El presidente, dice haber hecho un viaje relámpago a Cuba, noches atrás, para hablar con los Castro, sin que mediara el permiso que se requiere desde la Asamblea, tal como lo manda la ley. Aquí la única ley que vale, es la ley de Chávez. Este es el mismo presidente que encadena los medios para transmitir actos del partido de gobierno, pero pierdo el tiempo haciéndoles ver lo que ustedes saben y conocen. La lista de faltas a la constitución, que ya dejó de sacarse del bolsillo para enseñarla en la pantalla, no cabe en esta página.
Una veintena de jóvenes ciudadanos le está demostrando al país de que tamaño es su compromiso. Esos estudiantes y miembros de la sociedad civil, que mantienen una huelga de hambre por casi una semana, se están jugando su salud y su vida en un acto de desprendimiento que busca presentarle al mundo lo que estamos viviendo en nuestra patria. Esa es la forma de lucha más difícil, en la que se compromete el alma y el cuerpo en la defensa de nuestros ideales. Esos no son guerreros de teclado ni de micrófono, esos niños nos están dando una gran lección de gallardía y de dignidad, en una clara demostración de que nadie será capaz de doblegar su espíritu, su futuro y sus ideales de libertad. Aquí, del lado de afuera de esa silenciosa protesta, la vida transcurre para los que nos arrodillamos ante la barbarie y dejamos de expresar a viva voz nuestra inconformidad por lo que estamos viendo a nuestro alrededor.
La llama que encienden estos jóvenes debe avivarse con nuestra protesta, para que se convierta en fuego libertario, en pasión desmedida y en actos que aseguren un rápido y decidido transito hacia la sexta republica, antes de que la quinta acabe con lo poco que nos queda.