Opinión Nacional

Victoria en Miraflores

Pocas cosas son tan indignantes y ofensivas a los ojos de quienes la presencian y la sufren como la doble moral. Por doble moral entendemos cuando las personas pregonan hacia afuera una cierta manera de correcta de hacer las cosas, pero en realidad viven y actúan de manera diametralmente contraria. Es vocear un discurso ético, preñado de referencias morales y altruistas, y mantener al mismo tiempo una conducta licenciosa e incoherente con lo que públicamente se proclama. Es el actuar característico de los fariseos, aquellos sobre quienes Jesús advertía al pueblo: «hagan lo que ellos dicen pero nunca lo que hacen, porque ellos pregonan unas cosas y hacen otras» (capítulo 23 del Evangelio de Mateo).

Uno de los períodos históricos más conocidos en cuanto al uso de la doble moral como herramienta de dominación, fue el extenso gobierno de Victoria, reina de Inglaterra desde 1837 hasta 1901. El «victorianismo» estaba exacerbado de moralismos y prejuicios, defensa de «valores espirituales» y discursos repletos de invitación a la disciplina, al sacrificio y a la importancia del «recto proceder». Sin embargo, mientras se exhibía este disfraz moralista ante las masas obreras y de los pobres, la aristocracia inglesa y el establishment gobernante disfrutaba de ostentosos placeres y obscenos beneficios, inimaginables para la mayoritaria clase trabajadora. Aún más, la ridículamente rígida «moral victoriana» en cuanto a costumbres sexuales, llena de prohibiciones y castigos para el resto de la sociedad inglesa, era cotidianamente burlada en los salones de palacio y en las mansiones de los poderosos, donde proliferaba una moral sexual subterránea, llena de desenfreno, vicios y depravación sin límites. Una cosa para la gente, y otra para los poderosos y quienes gobiernan.

Es difícil no recordar a Victoria cuando hablamos de nuestra cínica oligarquía gobernante venezolana. Al mejor estilo de la doble moral, nuestros burócratas oficialistas se llenan la boca mintiendo sobre las supuestas maravillas del sistema oficialista de salud, mientras ellos y sus familiares se tratan solo en las mejores clínicas privadas del país y del exterior. Les encanta engañar hablando de los avances y virtudes de la educación pública, y sus hijos estudian en los más exclusivos colegios privados. Se molestan cuando se habla de inseguridad, porque el tema interrumpe su sueño desde la tranquilidad de sus camionetas blindadas y sus muy bien pagados guardaespaldas.

Manejan con profuso cinismo el fetiche argumental de los «antivalores» que transmiten los medios de comunicación, cuando en la inmensa red de medios oficialistas lo que abunda es el lenguaje peyorativo, la incitación al odio, la división entre venezolanos y la legitimación tácita de la violencia.

Le quitan los dólares a los venezolanos, para que ellos, sus amigos de aquí y sus amos de afuera, puedan tener y disfrutar más. Mientras a usted le reducen su acceso a divisas a niveles de burla, ¿se ha enterado de algún recorte –aunque sea simbólico- a los envíos de petróleo a Cuba? Se sataniza a quien raspa cupos para obtener unos pocos centenares de dólares, y se hacen la vista gorda con los grandes camaradas oligarcas y sus empresas fantasmas, quienes «raspan» miles de dólares de la reserva de todos los venezolanos.

Es imposible no recordar a Victoria cuando en estos días de meter la mano en el ya menguado bolsillo de los venezolanos, nuestros oligarcas se disfrazan de ovejas, y con el lenguaje melifluo y empalagosamente cursi que los caracteriza, buscan engañar a los bobos diciendo que esas medidas, en el fondo, son para el bien del pueblo, que ellos no duermen pensando en los pobres, y que por favor entiendan que ellos no tienen intereses ni buscan beneficios. Solo el amor les impulsa. Lo que nunca dicen es a qué.

Durante el reinado de Victoria, además de la división entre aristócratas y pueblo, había 3 grandes grupos: los enchufados con la corte, que hacían toda clase de negociados y corruptelas, aprovechándose de los narcotizantes mensajes morales del Gobierno al pueblo; los ingenuos, que aunque estaban siendo perjudicados por la situación de dominación, les parecía que esa era la única forma de gobernar posible; y los indignados, que denunciaban lo que ocurría con los pocos medios que disponían y se negaban a aceptarlo como inevitable. Cuando estos últimos pudieron unir fuerzas, y convencer a los segundos de su explotación, comenzaron las manifestaciones populares en rechazo al Gobierno, la radicalización del movimiento obrero y sindical, y el declive del victorianismo como modelo de dominación.

Hay pocas cosas potencialmente tan poderosas políticamente, como cuando el pueblo abre los ojos ante la ofensa cínica de la doble moral de sus gobernantes.

@angeloropeza182

 

 

 

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba