Verga con Vargas!
¡No puede ser que el tal Varguitas y sucesores entren como si nada en esta hacienda mía, en este corral exclusivo, en este conuco bolivariano que me inventé para ser el único gallo de pelea. ¡Patarucos no quiero! Y menos si son linajudos, finos y viajados, conocedores del mundo y sus circunstancias.
Bueno Vargas, vienes como el médico presidente nuestro del Siglo XIX, desplegando arengas civilistas, discursos republicanos, separación de poderes, libertad económica y de expresión que mis botas combatientes han de conculcar; soy experto en pulverizar cucarachas escuálidas, insectos liberales, gusarapas capitalistas y alacranes militares. Mi compadre, El Salvador de El Salvador, te puede dar buena fe de lo que es una ergástula, ¡aja a que no me bailas ese trompo en la uña!, una mazmorrita a la que lo envié para que aprenda a aprender; es mucho Varguitas lo que tienes que aprender, ya te daré lo tuyo porque soy tan especialista en igualdad como tú en libertad ¡No me jodas!
No me intimida tu garbo de patiquín de San Isidro, ni tu voz engolada, ni tus libros, ni tus premios, ni tu pelo engominado. Ya verás, Señor Vargas, de lo que soy capaz de inventar en estos días en los que se dice que vas a estar hablando y discurseando.
¡Mira Varguitas! Para hablachento, picotero, gárrulo y palabrero YO que no me gana ni mi patriarca caribeño. Para dar, prometer, hacer votos, cacarear no como gallina sino como Gallo de las Charreteras de Oro, estoy yo y siempre estaré. ¡No se te ocurra tomar un micrófono escuálido para nombrarme o para insinuar cualquier incordio antirrevolucionario! ¡Zamora te salve de aparecer en Globovisión!
He instruido a mis Ministrados y Jefa y Presidentotas y Adulantes Acuartelados para que te corten el agua en las pocetas del hotel, para que la luz se vaya a donde vayas, para que la gasolina se acabe y no te puedas mover en esta ciudad sin transporte público confiable – ojala te asalten en una camionetita – para que la lluvia caiga incesante y sin parar, la tierra tiemble sin fin, y una ley de urgencia que ya tengo redactada te declaré Traidor de la Patria Grande.
Varguitas no se te ocurra salir a la calle, el UH AH te ha de perseguir como ensordecedores abejorros de Ayacucho, y los millones de Escuadrones de lectura revolucionaria te responderán leyendo a voz alta Mi Delirio sobre el Guaraira Rebano hasta aturdirte y apagar tu lacaya voz,
Mira que no creo en casas verdes ni en conversaciones en catedrales, ni en cachorros, eres uno de ellos pero del Imperio, mucho menos en tus cuadernos eróticos o en tus dotes de escribidor con Julia y todo.
Aquí estoy, Señor Vargas – mi pata de antes cuando apoyabas a mi barbudo padre espiritual – construyendo obsesionado mi paraíso a la vuelta de la esquina caliente.
¡Qué tal raza!
Tupac Abimael Britto Hernández.