Verdad y valor

La vida a veces nos confronta con nuestra realidad profunda, esa que
tememos porque normalmente nos confronta con la verdad de nuestra
razón de ser. En la política, cuando esto ocurre, la persona puesta a
prueba puede escapar al reto y distraer su atención y la de quienes
esperan su palabra, con trivialidades insustanciales que no dan cuenta
de la verdad o, por el contrario, puede apelar a sus valores profundos
para decir, simple y directamente, lo que su conciencia conoce como
verdad.

La primera alternativa muestra la actitud de un político que no puede
ser líder. La segunda es la de quien está dispuesto a correr todos los
riesgos para sostener la verdad que conoce. Es este el verdadero líder
y es esa la condición de posibilidad de todo liderazgo, diríamos hoy,
«sostenible», valga decir, capaz de convencer, lo que es mucho más
importante que vencer.

No puedo dejar de expresar mi sentimiento de admiración y sincero
reconocimiento hacia los venezolanos los cuales, sin arredrarse por la
realidad de juicios emprendidos por la tiranía en contra de quienes
como ellos han actuado, rechazan la tentación de silenciar sus
conciencias y así proclaman a los cuatro vientos la verdad que saben
imperativo decir.

Sean ellos ejemplo para los jóvenes de este país, a fin de que se
animen a imitar el valor que muestran, porque no lo hacen para
conquistar «espacios» o mantener «seguridades» con actitudes
acomodaticias, sino para asumir su responsabilidad de dar un paso al
frente en esta oscura hora que vive la República.