Venezuela y la cogestión bolivariana
Hace aproximadamente un mes, concretamente los días 2 y 9 de febrero, publiqué en esta misma revista dos artículos referidos a una ponencia de la psicóloga chilena Marta Harnecker. A mi modo de ver, esa ponencia, de septiembre de 2004, inspiró o fue el preludio del discurso pronunciado por el Presidente Chávez Frías el 17 de noviembre de 2004, en la Academia Militar, y en el cual establece las líneas generales de lo llamados “10 puntos del Mapa Estratégico de la Nueva Etapa de la Revolución Bolivariana”, que fueron publicados por la Presidencia de la República y reseñados por toda la prensa nacional. Una versión completa de ese discurso, elaborada por la autora mencionada lo pueden conseguir en:
(%=Link(«http://www.asambleadeciudadanos.org/modules.php?name=ETFrame&op=ver&fid=3″,»ponencia M. Harnecker»)%). Sin embargo, se trata de una versión filtrada, reducida, clasificada, titulada y no se hasta qué punto, modificada, por esta autora, muy dada a adelantar sus propias interpretaciones, no siempre del todo “ortodoxas” o fieles, de los temas que trata o resume.
En días recientes diferentes comentaristas políticos, periodistas y economistas han hecho referencia a ese discurso presidencial; algunos, como siempre ocurre, le dan un tono más dramático del que tiene y otros mezclan con lo que el Presidente dijo en otra oportunidad; pero en todo caso, es importante que la discusión acerca del actual régimen abandone el camino de la diatriba fácil, el lugar común anticomunista o el de rasgarse las vestiduras escandalizados por la declaración de socialista que hizo el presidente y empiece a concentrarse en los aspectos ideológicos y conceptuales del problema: la revolución bolivariana.
Los conceptos vertidos por la psicóloga chilena y contenidos en el discurso presidencial, sirven de introducción para el tema del que ahora me quiero ocupar: la cogestión. Este es un proceso al que se debe estar muy atentos, no menospreciar su significado y alcance, pues puede determinar la relación del régimen con la fuerza laboral, sindical y empresarial del país.
Aunque el concepto de cogestión es tan viejo como la economía misma, como el capitalismo mismo, no nos extrañaría que con la manía de re escribir la historia que tiene este régimen —muy característico por cierto de los regimenes autoritarios— comiencen ahora a decir que eso es algo que inventó la revolución bolivariana o que hay un “modo bolivariano” de ver la cogestión. Nada de raro tendría tampoco que se pretenda que el concepto ha sido inspirado por Bolívar, Simón Rodríguez o algún otro prócer de la independencia al cual se le rinde inmisericorde culto en este régimen.
Antes de que eso ocurra, es de destacar que el concepto de “cogestión”, de la forma en que se comienza a discutir en algunas zonas del país, no esta contenido en el Plan Estratégico o Mapa Estratégico de la Nueva Etapa de la Revolución; sino que parece uno de esos conceptos que se van elaborando, en la practica, casi por ensayo y error.
En dicho Plan, en el objetivo 7 (Acelerar la construcción del nuevo modelo productivo, rumbo a la creación del nuevo sistema económico) la cogestión es vista como una “… herramienta de corresponsabilidad en la ejecución de proyectos de inversión y servicios”. De igual forma, se le ve en el punto 8: (Continuar instalando la nueva estructura territorial), en donde se le mezcla con el de “desarrollo endógeno”, pero como herramienta para el “Desarrollo endógeno y de cogestión soportada sobre la base energética del gas desarrollado sobre base geopolítica y del carbón” o cuando se le contempla, también como herramienta en el mismo punto, para la “Cogestión de los Parques de Recreación conjuntamente con gobernaciones, alcaldías y comunidades, con el objeto de que se garantice un desarrollo sustentable y sostenible de dichos parques.”
A partir de allí, no vuelve a aparecer; si acaso, pudiera estar implícito cuando se habla de autogestión, en el objetivo 1 (Avanzar en la conformación de la nueva estructura social) pero se refiere a un tema muy específico: “Fortalecer la identidad, la autoestima y la autogestión de los Pueblos Indígenas”
Para decirlo de la manera más simple, la cogestión es la participación de los trabajadores en la dirección de las empresas; y en algunos países —como Alemania, por ejemplo— la consideran como uno de los pilares de su economía y tiene el nivel jurídico de Ley Orgánica o Régimen Orgánico de Empresa. En Venezuela en el pasado, ha sido recogida en diferentes leyes, empresas o actividades, por los gobiernos democráticos que hemos tenido.
Pues bien, algunos sectores del Gobierno revolucionario han incorporado la palabra y el concepto en su vocabulario y tiene una especie de “laboratorio de ensayo” sobre el mismo en la región de Guayana, a donde ha enviado a algunos de sus modernos próceres, no sabemos si para deshacerse de ellos, para tenerlos controlados o para que se ocupen, allí, de este tema. Lo cierto es que se ha hecho presente en dos de las empresas del Estado: ALCASA y CADAFE.
Sobre CADAFE, la polémica se diluye en torno al concepto en si, entre el Presidente de la empresa, Nervis Villalobos, quien se inserta en lo más tradicional del concepto y para quien la cogestión es simplemente la participación de los trabajadores, sin que el patrono ceda su posición: “una cosa es la participación al trabajador y otra cosa es que el patrono ceda sus competencias y se las entregue a los trabajadores, pasándose de un proceso cogestionario a uno autogestionario».
Pero, según los trabajadores, lo que pretende Villalobos es una “cogestión de cúpulas” ya que “…se ubica como patrón dueño de la empresa». Según los trabajadores —inspirados y siguiendo los lineamientos que ven en empresas hermanas de Guayana— la Directiva de CADAFE y en particular su Presidente: “… no confía en la clase de trabajadores al pretender limitar la cogestión, al pretender tutelarla él y su grupo y reducirla a que los trabajadores nos limitemos sólo a trabajar duro (cosa que hacemos desde mucho tiempo) para recuperar la empresa y ellos a tomar las decisiones de cómo administrarla». El modelo de cogestión sin duda, es ALCASA; al menos por los momentos.
En ALCASA la cogestión llegó de la mano de Carlos Lanz Rodríguez, sociólogo, y recientemente nombrado Presidente de esta Empresa y miembro del directorio de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG). Lanz Rodríguez hasta el momento de este nombramiento era conocido por su pasado guerrillero y más recientemente por su participación en algunas, muy polémicas y controversiales, reformas educativas. A él se atribuye, probablemente con algún fundamento, todo lo ocurrido en el año 2001 con aquellos “Supervisores Itinerantes” que pretendió imponer el Decreto 1011 y que como reacción dio origen a un gran movimiento opositor, que tomo la calle con la consiga “Con mis hijos no te metas” y no la ha abandonado hasta la fecha.
Tras algunos fallidos ensayos por imponer otros criterios educativos —como Director del Plan Educativo Nacional (PEN)— entre ellos su particular concepción de las teorías del fallecido pedagogo brasileño Paulo Freire, su concepto sobre las redes sociales, y otras propuestas en materia educativa, al parecer salio del Ministerio de Educación, con la llegada a esta dependencia del actual Ministro, Aristóbulo Isturiz, del Partido Patria para Todos (PPT). Una vez fuera del Ministerio de Educación, pero aún ligado al tema educativo, se dedicó a proponer un concepto: La constituyente Universitaria, con el cual tampoco tuvo mucho éxito, excepto convertirlo en una especie de marca de fabrica o franquicia.
En los últimos tiempos, Lanz Rodríguez, en sus propias palabras, se ha convertido en un teórico del llamado “desarrollo endógeno”, que es la última “novedad” estratégica del Gobierno de Chávez Frías, en esa manía nominalista y de cambiar el nombre a las cosas. Así, lo que en otras partes se llama “desarrollo sustentable” o también “endógeno”, aquí se le trata de dar carta de identidad bolivariana.
Pero volviendo al caso de Carlos Lanz, hemos sabido de un trabajo suyo sobre el tema, al cual no hemos podido tener acceso, para ver de qué se trata. Pero en todo caso, su nombramiento como Presidente de ALCASA le permitirá poner en practica su concepto sobre la “cogestión”, que se ha convertido en un tema que ha traído cierta convulsión en Guayana, principal asiento de la industrio pesada, siderúrgica y del aluminio en el país, en donde ha ido imponiendo su concepto de una “Constituyente del Aluminio”.
No conocemos todavía un desarrollo completo de este concepto; ha sido apenas esbozado por Lanz como «… un proceso donde los trabajadores y todo el conjunto de sectores vinculados a la industria, podamos refundar ese proceso o reconstituirlo con los principios de solidaridad, reciprocidad, complementación de corresponsabilidad, viendo la industria como un todo, como una cadena reproductiva y no como cada una por separado»
Lo que sí ha tenido un mayor desarrollo —en la práctica— ha sido la idea de la cogestión. De algo abstracto, que el propio Lanz tenía que aclarar que no se trataba de un “concepto importado”, ni de una trampa para que el movimiento obrero asumiera la culpa de las pérdidas de las empresas, fue adquiriendo cuerpo y por supuesto no tardó mucho en aparecer ese sentido de “originalidad bolivariana” que los hijos de la revolución le imprimen a sus actos, y así declaró Carlos Lanz que «…nosotros le vamos a dar un sentido diferente a la cogestión».
De esta manera, con toda la pujanza del caso, Lanz Rodríguez anunció en su empresa que en el directorio de CVG se decidió la “…organización de la cogestión mediante la democracia y régimen de asambleas permanentes”. Y así ha sido. Carlos Lanz, como Presidente de ALCASA, haciendo gala de su raíz ideológica “asamblearia”, lo primero que se ha planteado es que los trabajadores elijan a los gerentes, de manera directa, en asambleas, que se realizan en el portón de la Planta: imaginamos que como efecto demostración o medida “pedagógica”.
De las 18 gerencias que posee la empresa, se escogerán entre los trabajadores los siguientes puestos: Gerencia de Finanzas, de Ambiente, Salud y Protección Ambiental; Comercialización; Personal y por último, la General de Operaciones —otras, las más “sensibles”, fueron “reservadas” mediante el llamado Plan Macagua, para ser designadas por la directiva de la CVG— y quienes resulten seleccionados ejercerán el cargo por un lapso de tres meses, hasta que sean ratificados, conforme contempla la Ley del Trabajo. Naturalmente, se recomendó escoger a los Gerentes entre aquellos que tuvieran “…un compromiso político con la revolución».
Pero es justo decir que hasta el momento se han realizado un total de 4 asambleas, entre el 24 de febrero y el 4 de marzo, y en ellas, a viva voz —aunque algunos de ellos ocultando sus nombres— los trabajadores postulaban los candidatos, hacían objeciones y finalmente, a mana alzada, de entre una terna propuesta se seleccionaban los Gerentes. La referencia de la prensa local da cuenta de asambleas participativas, no siempre igual de concurridas, en donde los trabajadores interrumpían o retrasaban el proceso para discutir temas de su contratación colectiva o lo que les adeuda la empresa, y que en general las intervenciones fueron libres, aunque buscando mantener cierto anonimato; la prensa da también cuenta de que el propio Lanz Rodríguez tuvo una “paciencia franciscana”, como dijera un periodista local, soportando todas las intervenciones y orientando las asambleas como un simple facilitador.
Como todo no podía ser dicha, en la última asamblea el viernes 4 de marzo, cuando ya estaban seleccionados cuatro Gerentes, las pugnas entre las dos centrales obreras, una afiliada al movimiento sindical tradicional y la otra, Movimiento 21, al sindicalismo bolivariano, impidieron que se concretara la designación de los Gerentes. Los lideres del Movimiento 21, de filiación bolivariana y naturalmente oficialistas, que no habían salido muy favorecidos en el proceso de las asambleas, lo interrumpieron proponiendo candidatos para los cargos que ya habían sido seleccionados y Carlos Lanz, que hasta el momento había tenido una participación neutral, de alguna manera fue susceptible a las presiones del sindicalismo bolivariano, y zanjó la discusión apelando a otra de las “joyas” de la revolución bolivariana: La realización de un referéndum consultivo para someter a consulta la ratificación de todos los cargos.
Ahora vendrá lo que ya conocemos: comisiones electorales parcializadas, despidos, amenazas, sobornos, procesos electorales amañados —posiblemente conducidos por el CNE— y al final la cogestión, tomara el camino “revolucionario”, un proceso que se caracteriza por no dejar nada al azar, sobre todo cuando la verdadera participación popular amenaza con salirse de los cauces que fija el régimen. Razón de más para que este tema, reitero, no sea descuidado por quienes deseamos preservar lo que queda de democracia y estado de derecho en Venezuela.