Opinión Nacional

Venezuela, una potencia

El difunto pensó que podía hacer de Venezuela una potencia mundial. Putin, el sátrapa ruso, que no tiene un pelo de tonto le estimuló aquella obsesión pueril, logrando que el venezolano destinara millones de dólares a la compra de armamento ruso, en buena medida sin mercado por obsolescencia. Otros gobernantes se aprovecharon también de aquella acuciante obsesión. Los Kirchner, en Argentina, salvaron de la quiebra a sus astilleros gracias a las órdenes de compra de unidades navales por el gobierno venezolano. Y unos astilleros españoles, también cercanos a la bancarrota, se salvaron gracias al contrato del gobierno venezolano para la construcción de varios patrulleros.

Lo más seguro es que este material bélico en que se ha invertido grandes cantidades de dólares se convierta en chatarra. En efecto, su mantenimiento es costosísimo y nuestras arcas fiscales están casi vacías. No es concebible, gastar tantos millones en mantenimiento en un material bélico que no podrá utilizarse, sobre todo; si se piensa que en la actualidad las madres pobres de Venezuela para alimentar a sus bebes tienen que conformarse en comprar leche en polvo por cucharadas.

¿Contra quién se ha venido armando el gobierno venezolano durante 14 años? ¿Contra Estados Unidos? ¿Contra Brasil? ¿Contra Colombia?. Ninguno de esos conflictos son verosímiles aparte de que saldríamos muy mal parados en tal eventualidad. Esta propaganda belicista tiene el propósito de justificar la peor manifestación de subdesarrollo en nuestras relaciones internacionales.

Venezuela no será gran potencia en futuro previsible, pudo, si, haber sido una potencia petrolera respetable y respetada. No alcanzó ese rango por culpa de la revolución chavista, que convirtió en zar del petróleo a un personaje sin credenciales técnicas ni políticas para conducir una empresa que al ser recibida del gobierno anterior ocupaba el quinto lugar en el ranking de las empresas petroleras más importantes del mundo. La incompetencia y la falta de responsabilidad de Rafael Ramírez han conducido a PDVSA, casi a la ruina: producimos menos petróleo que antes, estamos importando de Estados Unidos crecientes cantidades de gasolina y otros derivados del petróleo y simultáneamente nos hemos venido endeudando de manera temeraria con el naciente imperio chino al que le hemos hipotecado la Faja Petrolífera del Orinoco.

Al mismo tiempo, Rafael Ramírez, ha venido vendiendo a precio de gallina flaca valiosos bienes en el exterior. Prácticamente le regaló al sátrapa bieloruso Lukachenko el 50% de las acciones en la refinería VBA OEL en la que se refinaba el petróleo pesado venezolano que se enviaba a Europa. Hay informes de buena fuente, de que, en el desespero por procurarse dólares, Ramírez y sus compinches estarían negociando la venta de las refinerías venezolanas de la empresa Citgo. La desesperación es mala consejera.

Esto no es para afligirse, es para arrecharse!!

 

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