Venezuela, un país de damnificados
Desde el primer momento este régimen se puso en evidencia con la tragedia ocurrida en el Estado Vargas, cuando no le pudo dar respuestas para su recuperación ni aceptó la ayuda de norteamericana, simplemente porque ya apuntaba hacia el comunismo y esto podía constituir una abjuración contra Fidel Castro.
Sin embargo, se formaron organismos ampulosos con plenos poderes, que fenecieron en la burocracia sin resolver el problema. Vargas sigue siendo el signo de la degradación a pesar de que sus habitantes por esfuerzo propio han regresado y tratado de reconstruir el estado. Millones y millones se fueron en comisiones y lo único visible es el viaducto de la autopista, que una vez caído no les quedó más remedio que contratar a una empresa de la cuarta Republica para que lo restableciera.
Venezuela entró en barrena sin que se notara su ruina, se descuidaron las carreteras ni un solo desempeño para mantenerlas igual que la infraestructura física. Todo se iba desmoronando como si esta nación no tuviera dolientes ni existiera gobierno alguno, al unísono acabaron con las tradicionales efigies y estatuas que signaron la condición de los venezolanos. Grafiítas y más grafiítas que glorificaban al Che Guevara y a otros adefesios comunistas.
Asimismo fue el país degradándose con la inseguridad, es muy posible que ahora descollemos en el ranking mundial entre los mayores consumidores de drogas y alcohol; los homicidios se multiplicaron ante la mirada impávida de quienes deberían velar por la ciudadanía. La refutación es tender a ocultar los interfectos, secuestros y demás delitos. Pero lo más grave está en la derrumbe de la calidad de vida, que nos convirtió a todos en damnificados, con los cortes de luz, servicio de aguas contaminadas, escasez de alimentos y medicinas- nunca antes se advirtieron de esta manera las carencias-.
Es la ineptitud de los camaradas que no sirven ni para dirigir su propia “revolución”, improvisando gente que no tienen aptitudes ni vocación para servirle a la patria, llegaron con una carga de resentimientos y creen estar redimiendo a este pueblo cuando es todo lo contrario, jamás hubo mayor desprecio y humillación a los desposeídos; vedlos por las calles deambulando y comiendo en los basureros, o corriendo de un lugar a otro vendiendo mercaderías y formando parte de la economía informal, aunque mi amigo Elías Eljuri los contabilice como trabajadores fijos.
La atención médica tocó fondo hace tiempo cuando colapsó Barrio Adentro y se terminó de desatender a los hospitales públicos. Actualmente no hay ni medicinas ni gasas ni mercurocromo en ninguno de los antes nombrados. Los cubanos tampoco tienen la culpa de la tarea que le asignaron ni esperaron encontrase mayor desorganización en este país, que emergía para ellos como un paraíso, con todos los recursos necesarios para realizar una labor decente.
Pero somos antiyanquis en boca de los camaradas, que subestiman los ingresos que provienen de gringolandia, los que nos dan de comer a nosotros y a los cubanos.
Identificándose como los enemigos jurados del Imperio, quienes son nuestros socios primordiales y les han permitido más que “travesuras” a unos tantos mentecatos, que lo único que saben decir es “no volverán”. Una consigna súper usada y pronunciada sin ningún mérito para que les prorrogue su permanencia.
Esa consigna muy pronto se les revertirá y será el pueblo el encargado soltársela una y otra vez; la incapacidad no tiene límites en las hordas comunistas vernáculas, no sirvieron ni en los cargos que los colocó su Comandante ni en los de elección popular, sencillamente fueron unos improvisados que no lograron ni gobernar ni hacer una “revolución”. Seguramente les tocará el “suplicio” de la retirada y la justicia y los peces gordos huirán dejando una patria en ruinas yendo a parar donde las revoluciones no existan y les permitan vivir en la ocultación. No se puede ni mencionar una individualidad que haya tenido dignidad para decir que esta “revolución” tuvo a fulano de tal, hombre probo e idealista.
Puros residuos de lo que fuera aquella izquierda de los 60 fundidos a los nuevos depredadores. De ellos recibimos la damnificación, un baluarte como para no seguir viviendo aquí, como dijo Bolívar “Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos… “ Pues, así estamos todos los damnificados de esta “revolución” moribunda.