Opinión Nacional

Venezuela traicionada y en ruinas

Es difícil expresar en palabras la gravedad del momento actual. No tengo memoria de situación similar con relación a nosotros mismos, al continente y, con pocas excepciones, al resto del mundo. Sabemos de la existencia de dictaduras feroces de diversa factura ideológica, de distintos sistemas y estilos de gobierno, de guerras civiles y confrontaciones entre estados que convirtieron al planeta en infiernos totales, de climas de tensión permanentes con escaramuzas diarias pero siempre en medio de torbellinos sangrientos en nombre de fanatismos políticos y religiosos. La diferencia es que el estado venezolano está en manos de traidores bajo la dirección autoritaria de un presidente apátrida. Liquida progresivamente los principios que sirven de fundamento a la vida en libertad y democracia, obediente y ejecutando un plan trazado fuera, como pieza de un tablero internacional controlado por otros. Pieza muy importante por el dinero negro que maneja sin controles, por la audacia irresponsable de su carácter y la ausencia total de estructuras morales y éticas que sirvan de freno a la entrega de la soberanía y los recursos de la nación.

El nuevo marco constitucional que pretende imponer fraudulentamente tiene como objetivo institucionalizar la dictadura, legitimar el golpe de estado progresivo de estos años para implantar el castro-comunismo y asegurar la presidencia mientras viva o hasta que le de la gana. Así estará en mejores condiciones para impulsar la revolución continental, apoyar la subversión donde sea posible y conspirar abiertamente contra la institucionalidad democrática de los países que hagan resistencia a sus propósitos. Sabe que la inmensa mayoría de la gente está contra sus propósitos, pero también conoce las debilidades del ciudadano común de Venezuela, su enorme cultura pacifista, la comodidad y buena fe de siempre, las necesidades crecientes que los hacen cada vez más dependientes de la ayuda oficial. Practica el más descarado soborno de la historia en medio de viles amenazas, represiones y asomo de violencia armada a través de milicias mercenarias ahora uniformadas. Sustituyen a los disminuidos componentes de la fuerza armada nacional y, por supuesto, a la definitivamente eliminada Guardia Nacional.

¿Exagero? ¿Habrá todavía quien honestamente piense que las pretensiones del castro-chavismo plasmadas en el proyecto presidencial puede enfrentarse por medios convencionales o simplemente electorales? Si antes no tenía dudas, ahora mucho menos. Especialmente después de oír, con pena y vergüenza, al nuevo trisoleado ministro de la defensa decir que el planteamiento de Chávez no es una “propuesta” sino una “orden”. Pobre hombre, pobre fuerza armada y pobre Venezuela, de seguir en estas manos, entre la ineficacia, la corrupción y la traición. Tiene razón Asdrúbal Aguiar cuando afirma que “Aquí tiene que producirse y se va a producir un fenómeno de insurgencia”

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